UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 286

Danna se lanzó a abrazarlo y le dio un beso coqueto y lleno de ternura. Amaba a aquel hombre, y a pensar de lo difícil que había sido llegar a aquel momento, estaba segura de que él sentía lo mismo por ella y que jamás se separarían de nuevo.

—Oye pero ¿sí vamos a usar el columpio, verdad? —preguntó Loan sentándola sobre él y moviéndola para que sintiera que ya estaba listo de nuevo.

—¡Dios! ¡No hay forma de saciarte! —rio ella besándolo en los labios con un gesto lleno de pasión—. Pero sí. Haremos todo lo que quieras, amor. Todo.

Si había alguien por quien valía la pena arriesgarse, si había alguien por quien valía la pena pelear, ese era Loan Keller.

Recibieron el día abrazados, y luego dedicaron el resto a ver cómo iban a acomodarse en su nueva casa. Llevaron algunas cosas del bebé, incluida la cuna y pasaron el día con Mauro, disfrutando de la belleza de su nuevo paisaje. Era maravilloso estar los tres juntos, y Loan solo rezaba para que al llegar la noche, aquella casa fuera todo lo que había esperado de ella.

—¿Estás nervioso? —preguntó ella esa tarde mientras Loan hacía la cena para distraerse y Danna alimentaba al bebé.

—¿Tanto se me nota? —preguntó él.

—Mucho.

Loan suspiró y se sentó en una cómoda banqueta a su lado.

—Lo siento, solo quiero que estés bien... que estemos bien.

Danna sonrió en su dirección y se inclinó para darle un beso.

—¿No te das cuenta de que ya lo estamos? —le respondió—. Y si me levanto dormida solo cierra la puerta y no me dejes salir. Pero lo importante, señor Keller, es que somos felices. ¿No es así?

Loan asintió dándole un beso suave.

—Por supuesto, pelirroja, por fin somos felices.

Lo que seguía después de ese momento era simple: estar juntos, viajar a donde quisieran, hacer lo que quisieran.

Esa noche Loan abrazó a Danna después de acostar al bebé, pero no se durmió hasta que la vio abrir los ojos y sentarse en la cama. Su corazón se encogió creyendo que todo el esfuerzo de aquella casa no había dado resultado, entonces la oyó ronronear, darse la vuelta y literalmente acostarse sobre él.

Parecía una pequeña garrapata prendida de su pecho, pero él solo sonrió y le apartó el cabello para besarle a frente.

—Eso, puedes aplastarme todo lo que quieras, con eso puedo vivir feliz.

Danna saltó y gritó de alegría, palmeando en el aire porque de verdad se alegraba mucho de la buena noticia sobre su amigo.

—¡No puedo creerlo! ¡Tengo que llamarlo!

—¿Y si mejor le damos la sorpresa? Podemos organizar el viaje y en unos días estaremos ahí —la animó Loan y ella se puso a empacar de prisa como niña chiquita mientras Loan llamaba a sus niñeros certificados para que cuidaran a su nietecito.

—No, no quiero —rezongó Nikola negándose a cuidar a Mauro—. Ustedes se pudieron muy cómodos y uno aquí esperando más nietos.

Loan sonrió y enseguida consiguió convencerlo.

—¡Pues por eso mismo necesito que te quedes cuidando a Mauro, a ver si logro volver de Sídney con la nenita!

—¡Ah bueno! ¡Así sí!

Y dicho y hecho, menos de una semana después Loan y Danna volaban a Australia, aunque ella ni siquiera podía imaginar las verdaderas intenciones detrás de aquel viaje.

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