UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 283

Danna recorrió con la mirada la casa y se le cortó la respiración. Sus paredes eran de cristal o al menos eso parecía, eran completamente transparentes y brillaban a la opaca luz de la luna. Se podía ver el cielo arriba, los árboles alrededor e incluso la tierra bajo el primer piso. Una pequeña lámpara recorría los bordes de la habitación, iluminando el sencillo mobiliario y haciendo que las paredes resplandecieran. Era impresionante, y Danna sintió que una lágrima caía por su mejilla al poner sus pies sobre el suelo de cristal.

—Es precioso —susurró, caminando despacio, como si temiera caerse.

Loan se puso a su lado, con una mirada dulce y comprensiva, y le limpió las mejillas.

—Es para ti —dijo en voz baja—. Quería construirte algo especial, algo que te hiciera sentir libre.

Ella le miró, con el corazón henchido de amor y admiración. Él había hecho esto por ella, para darle un lugar propio, un lugar donde pudiera escapar del mundo y encontrar la paz.

—No puedo creer que hayas hecho esto por mí, Loan —le dijo con la voz entrecortada—. Gracias.

Él sonrió mientras la rodeaba con sus brazos.

—Podemos vivir en la casa grande y dormir aquí... o esta puede ser nuestra casa. Tú decides —dijo Loan—. La cuestión es que es tuya y podemos quedarnos tanto tiempo poco queramos.

Danna se cubrió la boca con las manos y rio.

—Es preciosa, pero ¿cómo podemos vivir aquí? —preguntó—. Se ve todo desde afuera ¿no?

Danna miró hacia los dos baños de la casa y Loan negó.

—¿Crees que con lo posesivo que soy, iba a permitir que alguien te viera? —murmuró—. Ven.

Se acercó a un panel digital que había en una de las paredes y pulsó un sensor. Inmediatamente las paredes comenzaron a ahumarse hasta que los cristales quedaron totalmente grises y no se veía ni hacia adentro ni hacia afuera.

—¡Dios, esto parece de ciencia ficción! —exclamó Danna maravillada.

—Tecnología japonesa, ni es tan rara, la usan en sus baños públicos. Nosotros somos los que estamos atrasados —rio Loan y ella le echó los brazos al cuello, besándolo con emoción, como si fuera una niña descubriendo el mejor regalo que él le había hecho.

—Te amo —susurró y Loan abrió mucho los ojos.

—Aquí sí puedes gritar. ¿Lo sabes, verdad? —le sonrió coqueto y Danna se inclinó hacia él.

—Pues gritaré justo lo que me provoques —sentenció y ese era todo el desafío que Loan estaba esperando.

Se levantó sobre sus rodillas y Danna ni siquiera se cuestionó por qué era tan sexy verlo quitarse el cinturón y bajarse los pantalones. Tenía unos muslos anchos y musculosos que terminaban en esa zona perfecta que ella quería ver.

—Me gusta verte desnudo —confesó de pronto y Loan se quedó paralizado.

—¿De verdad?

—Sí, mucho... —susurró Danna acercándose para acariciarlo—. No es solo que me guste es... quiero tocarte... y lamerte, y besarte... —su boca fue a un hombro de Loan y mordió allí, haciéndolo gruñir por la anticipación.

Sus manos lo recorrieron despacio mientras ella lo disfrutaba. Sintió la suavidad de acero de su miembro, más listo que el fusil de un carabinero, y sonrió mientras se llenaban de besos el uno al otro.

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