Andrés caminó rápidamente hacia Luisa, con una expresión de preocupación en el rostro y dijo: —Luisita, ¿cómo te encuentras?
Hace un momento, Andrés había ido a la estación de policía para preguntar sobre el progreso del caso de Violeta, y de los oficiales había escuchado que Luisa había pasado hacía un momento.
Inmediatamente salió corriendo y comenzó a buscar a Luisa por las calles.
Poco después, la vio.
Al acercarse, escuchó a una mujer frente a Luisa insultándola con improperios.
Con una mirada, el guardaespaldas de Andrés se adelantó rápidamente y sometió a la mujer.
Al escuchar los insultos, Andrés se dio cuenta de que era una fanática extrema de Carolina, igual que el hombre con gafas que había arrojado ácido.
Los ojos de Andrés se llenaron de frialdad, su mirada cortante como una cuchilla se dirigió hacia la fanática arrodillada.
Su presencia era imponente, y con solo una mirada, la fanática se estremeció.
La fanática se quedó rígida de inmediato, con sudor frío en la frente.
¿Qué clase de persona es esta abogada Luisa? ¿Por qué tiene tanto guardaespaldas protegiéndola?
La fanática ya no mostraba la actitud arrogante de antes, y ahora, arrodillada, se disculpó de manera temblorosa.
—Lo siento... lo siento, me equivoqué, perdóname...
Luisa entrecerró los ojos, claramente insatisfecha con sus disculpas.
La fanática levantó la vista disimuladamente y, al ver que Luisa tenía el rostro helado como el hielo, un escalofrío recorrió su cuerpo.
De inmediato, golpeó su frente contra el suelo, suplicándole a Luisa: —Por favor, perdóname, realmente me equivoqué, no lo volveré a hacer... uuuu...
El sonido del golpe de su frente contra el suelo retumbó en el aire.
Pasó un buen rato antes de que Luisa hablara fríamente: —Llamen a la policía.
Esta era ya la segunda vez que una fanática buscaba problemas.
Luisa no pensaba dejarlo pasar tan fácilmente.
Ambas fanáticas ya eran adultas y sabían lo que hacían, debían pagar por sus acciones.
Luisa no le prestó atención y siguió directo al estacionamiento al aire libre cercano.
Había dejado su coche allí cuando fue a la estación de policía.
Abrió la puerta, entró al coche y cerró la puerta con rapidez.
Andrés quedó afuera.
Luisa arrancó el coche y se fue a toda velocidad.
...
Al llegar a casa, Luisa sacó su teléfono y vio el video grabado por el guardaespaldas.
—Jaja, ¿te gusta manipular las redes sociales para incitar a tus seguidores a atacarme, Carolina?—Luisa sonrió con frialdad.—Carolina, Carolina, cuando hiciste eso, ¿pensaste en las posibles consecuencias?
...
Al día siguiente, Carolina volvió a estar en las tendencias.
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