UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 280

—Es la primera vez en mi vida que quisiera usar pañal —rio un hombre de la fila y todos lo secundaron.

Noémi levantó una ceja maliciosa y miró a Levi a los ojos.

—Para empezar, señor Jefe, usted no es el jefe mío, la señora Keller lo es —dijo levantando un índice frente a su nariz—. Ella vendrá dentro de una hora y le recuerdo que es la hermana del dueño; y le aseguro que no estará nada feliz sabiendo que me sacó de mi trabajo. Así que usted tome a este bebé... ¡chiquito, amor, precioso, te como, un besote...! —suspiró porque de verdad era una belleza el bebecito y se lo devolvió a su padre. Le bastó un segundo para entender que el bebé era la causa de su emergencia—, que yo voy a seguir atendiendo a los clientes. Ahora con su permiso... hágase para allá.

Lo corrió hacia una esquinita en una silla y agarró un marcador y la pizarra de información.

—¿Quieren volver a los pañales? ¡Perfecto! ¡Precios nuevos! —declaró.

Un minuto después había un concierto de vítores en la tienda mientras en la pizarra de información decía:

COMPRAS

+ 3000 francos = tocar la chichi derecha

+ 5000 francos = tocar la chichi derecha y la izquierda

+ 8000 francos = meter la nariz entre las dos

NO HAY DEVOLUCIONES

—Y solo tenemos una hora, luego cerraremos —advirtió Noémi y a Levi casi se le desprendió la quijada cuando se dio cuenta del caos que se armó en aquella tienda.

Una hora después la caja registradora mostraba un ingreso de ciento noventa y dos mil francos y la tienda estaba casi vacía.

—¡Es que ya no queda nada! —exclamaba un cliente—. ¿Cómo llego a los ocho mil francos?

Noémi miró a Levi y este se encogió de hombros.

—Tenemos motos de nieve por doce mil.

—Noémi Keller —se presentó alargando la mano y Levi sintió como si hubiera tocado un cable pelado cuando tocó su mano. Sin embargo ella no hizo ni un solo movimiento que delatara sus emociones.

—Usted... usted es...

—La hermana de Zack, sí. Mucho gusto —sonrió ella con suavidad—. Puedes donar el excedente al hospital, hazlo a tu nombre, así en los impuestos de este año te saldrá a devolver, de cualquier forma Zack no lo necesita —le dijo—. Le advertiré que tiene que reabastecer la tienda y eso demorará unos días, así que vas a poder descansar con tu bebé.

Levi parecía como si hubiera recibido tres puñetazos de Mohamed Alí.

—¿Usted...? ¿La hermana...? ¿La señora Keller...? —balbuceaba.

—Señorita —aclaró ella—. La próxima vez que me vuelvas a llamar "señora mayor" me voy a subir a este mostrador y te enseñaré todas las partes del cuerpo que me faltaron por enseñar hoy —gruñó y lo vio retroceder—. Bien. Hasta luego, señor Jefe.

Salió de allí despacio, contoneándose, con una sonrisa capaz de derretir la nieve de la montaña y Levi se quedó parado en aquella puerta, con el corazón acelerado y... otras cosas muy aceleradas también. Esa mujer con poca ropa era una tormenta, pero con ropa era una avalancha, lo que se cruzara en su camino no tenía ninguna esperanza de sobrevivir.

—Quizás haya tres o cuatro hombres en el mundo a la altura de esa mujer —murmuró para sí mismo. Y él no era uno de ellos… o eso creía.

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