Punto de vista de Kelly
Al día siguiente, bajé las escaleras, pero reduje la velocidad cuando vi a Klay al final, mirándome. Sin embargo, apreté las mandíbulas, hice una mueca y continué caminando.
—Kelly…
Pasé junto a él, ignorándolo por completo.
En la cocina, vi a Amanda desayunando mientras jugaba con su teléfono. Estaba sonriendo, pero cuando sintió mi presencia puso los ojos en blanco.
—Ya terminé, perdí el apetito —manifestó.
Me reí con sarcasmo mientras la veía salir del comedor.
¿Todavía tenía las agallas para actuar así después de todo lo que escuché anoche? Ella es una verdadera perra caradura.
—Kelly, hablemos —pidió Klay mientras me seguía y eso me irritó muchísimo para lo temprano en la mañana que era.
La noche anterior, cerré la puerta de mi habitación con llave para que él no tuviera más remedio que dormir en su propia habitación, que antes era una habitación de invitados.
—Kelly…
Aparté su brazo cuando intentó encerrarme entre su cuerpo y el refrigerador.
Suspiró pero no le lancé ni una sola mirada. Solo me quedé allí porque todavía debía esperar que mi papá se recuperara, pero después de eso, dejaríamos esa casa juntos.
—Kelly, por favor... —Klay bloqueó mi camino cuando intenté irme después de servir un vaso de leche fresca.
Pronto, levanté mi cara y lo miré con una expresión vacía.
—Por favor, nena…
—¿No ves que no quiero hablar contigo? ¿O perdiste el respeto por mí? —cuestioné.
Sus ojos se suavizaron. —Kelly, tenemos que hablar. Debemos arreglar esto —indicó.
Ante eso, me reí con sarcasmo. —No hay nada que arreglar porque, para empezar, no había nada entre nosotros, Klay. Todo era una mentira —contesté.
—No, Kelly. Ya te dije que me enamoré de ti.
—Eso ya no importa —respondí fríamente—. Me traicionaste y eso es todo en lo que puedo pensar. No podrás hacerme olvidar eso, Klay. Ya está arraigado en mi cabeza.
En ese momento, miró hacia abajo. —Lo siento. ¿Puedes perdonarme?
—¿Estás dispuesto a olvidar y arreglar todo?
Al instante, me miró fijamente, sorprendido. No pude evitar reírme. Estaba haciendo esto por alguna razón que no pudo decirme. No había forma de justificar lo que hizo porque era imperdonable.
—No puedes, ¿verdad? —cuestioné con sarcasmo—. No puedes porque tienes una razón, algo que te dejó una herida… Lo mismo pasa conmigo, Klay. No puedo perdonarte porque tengo una razón para no hacerlo.
Después de eso lo dejé solo y subí las escaleras. Ignoré a Amanda, que estaba sentada en el sofá como una reina.
Todavía me sentía muy asqueada por saber que Klay y Amanda tuvieron una relación física antes.
Apreté los dientes cuando nadie respondió. Eso significaba que la persona detrás de la puerta cerrada no era otra que Klay.
No quise abrirle la puerta, así que seguí contactando al abogado, pero seguía sin responder.
—Sé lo que has estado haciendo, Kelly. Ni siquiera lo intentes.
Me congelé y se me puso la piel de gallina por el tono de su voz. Sentía que se había convertido en una persona diferente en comparación con cómo actuó esa mañana y la noche anterior.
Sin embargo, no debía dejar que el miedo me detuviera. Tenía que luchar por los derechos de mi padre.
De modo que respiré hondo y abrí la puerta con la suficiente valentía como para enfrentar la verdadera maldad detrás de su falsa fachada.
—¿Qué quieres? —pregunté fríamente, mirándolo a los ojos.
Parecía estresado y agotado mientras me miraba a los ojos e inclinaba ligeramente la cabeza, mirando dentro de mi habitación.
—Tienes que quedarte aquí, Kelly —dijo usando el tono más frío que jamás pude escuchar de él—. Te lo dije, estaré dondequiera que estés. Eso significa básicamente que no puedes escapar de mí.
A pesar del miedo repentino que surgió en mi corazón, lo miré con odio.
—¿Crees que puedes detenerme? No puedes volver a manipularme, Klay. Ya he visto tu verdadero yo…
Hice una pausa y me sorprendí cuando él dio un paso más y empujó la puerta de mi habitación. Luego acercó su rostro al mío, mirándome a los ojos como un loco. Sus orbes se sentían como si me estuvieran mostrando el verdadero infierno. Era aterrador y peligroso.
—Aún no has visto mi verdadero yo, Kelly. Debes obedecerme siempre o tu padre sufrirá aún más. No me pruebes. Te amo tanto que no puedo lastimarte, pero detesto a tu padre hasta lo más profundo de mi ser. Ni siquiera te lo imaginas.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Tener hijo con mi mejor amigo