Sin Reconciliación, me Casé con un Magnate romance Capítulo 726

María lo hizo a propósito, con la clara intención de provocarle repulsión a Alicia.

Como resultado de esto, esa maldita de Alicia destruyó la habitación.

¡Incluso le cortó el vestido de novia!

Ahora María se arrepentía en el fondo de su corazón; si lo hubiera sabido, habría actuado con más cuidado.

Vicente se mostró algo resignado: —Alicita, tampoco debiste cortar de esa manera el vestido de novia. ¿Te dejaste atrapar con las manos en la masa?

Alicia se enojó: —¡Hago lo que me da la gana! Si te impacientas, ¡vete!

María rompió a llorar aún con más fuerza.

En ese momento, alguien entró de repente desde afuera: —Buenas noticias, ha llegado un vestido.

El personal de la tienda entró con un hermoso vestido de noche blanco y lo colocó directo en el centro de la sala.

María, al ver la marca, se alegró al instante: —Marco, sí que me conoces, pero este vestido tiene adornos negros, así no sirve.

Marco miró al empleado y dijo: —Por supuesto, yo me caso con un vestido blanco. Llévatelo y trae otro.

El empleado respondió: —Pero este no es un vestido de novia, es solo para asistir a la ceremonia.

Enseguida, María le dijo de forma muy seria: —¿Qué estás diciendo? ¡La que se casa soy yo! Debe haber un error.

—No, disculpe, ¿usted es la señorita Alicita?

María casi que se congeló, y miró a Marco con indignación: —¿Marco, encargaste un vestido para Alicia?

—¡Eso es imposible!

Marco ahora detestaba profundamente a Alicia, ¿cómo iba a pedirle un vestido y, además tan costoso como ese? ¡Esto era imposible!

Alicia miró hacia ellos: —Yo soy Alicia.

El empleado se acercó apresurado: —Señorita Alicita, buenos días. Este vestido ha sido preparado especialmente para usted, ¿le gusta?

Alicia lo miró de reojo: —Pero yo no encargué ningún vestido.

El empleado miró de reojo a Alicia.

Alicia respondió con frialdad: —No los conozco muy bien, la verdad.

Marco intervino enseguida: —Alicia, ¿cómo puedes ser tan cruel? ¡Fuiste tú quien arruinó el vestido de Mari y ahora tan descarada no quieres compensarlo!

—No voy a compensar nada, ¿y qué vas a hacer?

Alicia ya no tenía paciencia para rodeos; en definitiva, no iba a compensar nada.

Marco estaba tan enojado que casi se le torció la boca.

María estaba ansiosa, miró a Alicia y dijo: —¿Qué te parece si me das este vestido? Lo mando a ajustar un poco y me sirve.

Después de todo, en vez de usar un vestido de novia barato de un estudio fotográfico, prefería usar este de marca; esto era mucho más digno.

Alicia chirrió la lengua: —Pero tengo una condición: ve de inmediato a la puerta de la habitación de mis padres, arrodíllate y da tres golpes de cabeza.

¡La hija de sus enemigos debía arrodillarse!

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