Alicia se rio con desprecio mientras se acercaba: —María desvió los fondos públicos, y la cantidad es enorme; por lo general, eso conlleva una condena mínima de diez años. Además, encubrió a un asesino, lo cual agrava aún más su delito. Calculo que la sentenciarán a más de diez años de prisión.
De pronto María palideció del susto: —¿Por qué me tratas de esa manera?
Alicia levantó la mano y le dio una fuerte cachetada: —Porque tú y toda tu familia no merecen ser llamados personas. Tu padre mató a mis padres, y tú has disfrutado a tus anchas durante tantos años de una vida cómoda en la familia García. ¿De verdad creen que no van a pagar ningún precio?
—¡Pero no fui yo quien insistió en venir a la casa de los García, fueron ustedes quienes me trajeron hasta este lugar! ¿Qué culpa tengo yo?
María protestó al instante indignada: —¿Pero qué tiene que ver todo esto conmigo? ¡Yo soy inocente!
—Llamemos a la policía. Si eres inocente o no, eso lo determinará la investigación.
—¡No podemos llamar a la policía!
María agarró a Marco y lloró con gran dolor.
Marco miró con desprecio a Alicia: —Ya basta, tampoco es que haya desviado tu dinero. ¿Quién eres tú para decidir?
Alicia contestó: —Está bien, tienes toda la razón.
Se sentó en el sofá y no dijo ni una sola palabra más.
Jorge la miró con frialdad: —Llamemos a la policía.
—Jorge, no se te ocurra llamar a la policía.
—¿Y si no llamamos, quién va a reponer ese dinero? ¿Tú?
Jorge cuestionó a Marco: —Creo que te volviste loco. Una mujer tan malvada como María, ¡nunca más dejaré que se acerque a la casa de los García!
Por fin veía con claridad la verdadera cara de María.
Durante tantos años, incluso él había sido manipulado por María.
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