Sara se indignó de repente: —¡Vamos, María ha sido demasiado! Se llevó una tajada comprando toallas femeninas caducadas, y al final Jorge ni siquiera te deja llamar a la policía, te hace manejar los problemas, ¡qué exageración!
—Ya he llamado a la policía.
—Es necesario llamar a la policía, para evitar que Jorge proteja a María otra vez y te cargue la responsabilidad. Esta vez tenemos que lograr que arresten a María.
Alicia empacó sus cosas y se fue.
Ella también quería saber si la familia Pérez, al conocer la verdad de este asunto, permitiría que Jorge protegiera a María.
También tenía curiosidad por saber cómo manejaría la familia Pérez esta situación.
Por la noche, Alicia volvió directamente a la Casa García.
El nuevo mayordomo corría de un lado a otro alrededor de ella, mostrándose muy atento.
Cuando María bajó las escaleras y vio esta escena, se enfureció con el mayordomo diciendo: —El plato de frutas que te pedí, ¿por qué tarda tanto en llegar?
—Lo siento, estaba ocupado atendiendo a la señorita Alicita, ahora mismo lo arreglo.
El mayordomo, siendo nuevo en el trabajo, había preguntado a los otros sirvientes sobre la experiencia del mayordomo anterior, por lo que fue especialmente atento con Alicia.
Después de todo, Alicia tenía lazos de sangre, y por más favorita que fuera María, no se comparaba.
María, enfurecida, le dio una bofetada al mayordomo: —¿Ahora tú también te atreves a despreciarme?
El nuevo mayordomo, tras recibir la bofetada, no dijo nada y bajó la cabeza hacia la cocina.
Alicia sabía que María estaba deliberadamente dificultando la vida al nuevo mayordomo para desahogarse, y dijo fríamente: —En lugar de perder tiempo molestando a otros, mejor piensa en cómo vas a explicarle a la policía lo de llevarte una tajada.
María estaba furiosa.
Sin embargo, Álvaro dijo que lo solucionaría por ella, solo necesitaba esperar pacientemente y también actuar arrepentida y vulnerable delante de Jorge.
Durante la cena, Jorge llegó a la Casa García oliendo a alcohol, y María intentó complacerlo con mucho entusiasmo: —Jorge...
Jorge, algo enojado, preguntó: —¿Qué condiciones vas a poner esta vez para dejar pasar a María?
—Esta vez no necesito condiciones, ¡quiero que ella pague el precio por sus errores!
Alicia no podía creerlo, ¿María siempre lograría escapar de su responsabilidad?
Jorge finalmente miró a María con resignación: —Como ves, no hay nada que pueda hacer, conseguiré un buen abogado para ti.
—Jorge, no puedes abandonarme.
María se arrodilló frente a Jorge, llorando de forma desgarradora: —Realmente reconozco mi error, no volverá a suceder.
En ese momento, se oyó un ruido desde fuera.
Un hombre en silla de ruedas entró por la puerta, hablando fríamente: —Mari, levántate, no necesitas rogarles.
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