Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 985

En el momento en que se conectó la llamada, Ana habló directamente.

La voz fría de Alejandro resonó desde el teléfono: —Ya estoy llegando.

—¿Tan rápido?— Ana expresó su sorpresa con un tono de incredulidad.

Alejandro asintió.

Su voz era baja, y al escucharla por el teléfono, parecía que Alejandro no estaba de buen humor.

Ana esbozó una ligera sonrisa.

Él y Patricia habían estado juntos desde la tarde, compartiendo las cosas tristes de los lugares que habían visitado.

¿Le incomodaba que ella le pidiera venir tan tarde?

Ana también estaba visiblemente molesta.

Colgó el teléfono y luego se volvió hacia Ignacio.

—Mañana por la mañana, me gustaría que alguien de parte del Señor Ignacio viniera a recogerme al hotel, a las siete estaría perfecto.

Ignacio la miró con profundidad y asintió: —Está bien.

Después, echó un vistazo a su reloj de pulsera y añadió, —Ya es más de la una, ¿por qué no se quedan a descansar aquí esta noche, tú y el Presidente Alejandro?

Era evidente que la conversación telefónica entre Ana y Alejandro había sido tensa.

Ana estaba a punto de responder cuando se oyeron algunos ruidos fuera de la villa.

Ignacio observó hacia afuera, —El Presidente Alejandro ha llegado.

—Bien, nos vemos mañana.— Ana pensó que, dado que su ropa y sus artículos personales estaban en el hotel, realmente no era conveniente quedarse.

Al salir de la villa, vio a Alejandro apoyado en el coche, destacando sus largas piernas.

Al verla salir, Alejandro la miró.

Sus ojos, bajo la luz de la calle, parecían aún más profundos y era difícil discernir sus emociones o lo que pensaba.

Pero ella podía intuir que no estaba de muy buen humor.

Su presencia desprendía un aura de frialdad.

Al ver a Ignacio, sus ojos se tornaron más sombríos.

Al llegar al coche, Ana se volvió hacia Ignacio, —Nos vemos mañana.

Cuanto más lo pensaba, más agitado se sentía por dentro.

Pronto llegaron al hotel.

—Despierta, hemos llegado.

Al oír que Alejandro la llamaba, Ana abrió los ojos.

Se sentía algo aturdida y mareada después de dormir en el coche, lo cual no era muy cómodo.

Bajó del coche somnolienta y regresó a la suite.

Cuando entraron al baño, se volvió hacia Alejandro: —¿Te duchas tú primero?

Tras haber dormido un rato en el coche y ahora después de haber subido en el elevador, se sentía mucho más despierta.

Podría esperar a que Alejandro terminara de ducharse antes de ir ella.

Además, Alejandro se duchaba rápido.

Los labios tensos de Alejandro se relajaron un poco, y propuso con una sonrisa que no parecía una sonrisa, —¿Qué tal si nos duchamos juntos?

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