Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 98

Don Ramón sonrió, —No casarse significa que no ha encontrado a alguien que realmente le guste.

—Si no valora a Anita, entonces realmente está ciego. —bufó doña García.

—Las cosas del amor son impredecibles, son asuntos de los jóvenes y aunque queramos, no podemos intervenir. —dijo don Ramón con claridad.

Cuando uno es joven, gustar de alguien depende enteramente de las preferencias personales.

Doña García suspiró, —Lo único que puedo hacer es poner a Anita frente a él, el resto depende de él.

En realidad, ella podía ver que los dos jóvenes estaban juntos por su influencia, sin realmente tener sentimientos profundos.

Eso era lo que más le preocupaba.

——

Ana acababa de salir por la puerta cuando vio el coche de Alejandro.

Con las ventanas bajadas, Alejandro estaba sentado en el asiento trasero, mirándola con sus profundos ojos oscuros.

Ana sintió que su corazón daba un vuelco al ver esa mirada.

¿No estaría él malinterpretando otra vez?

¿Pensaría que fue ella quien pidió a doña García que llamara y arreglara la estadía en el balneario?

Alejandro salió del coche y abrió la puerta. —Sube, el balneario está a veinte minutos de aquí.

—Vale, gracias. —dijo Ana, subiendo al coche.

Se sentaron uno al lado del otro, pero con un amplio espacio entre ellos.

Esa distancia daba a cada uno su propio espacio.

Dentro del coche, ninguno de los dos dijo una palabra.

Pronto llegaron al balneario.

Alejandro llevó a Ana al restaurante del balneario. Después de cenar, se alojaron en una villa que tenía su propio estanque de aguas termales.

Sin embargo, al pensar en compartir el baño termal con Alejandro, Ana no pudo evitar sentir cierta incomodidad.

Después de ponerse el traje de baño que doña García había preparado, Ana se quedó frente al espejo, dudando si salir o no.

No es que el traje no le quedara bien, es que le quedaba demasiado bien.

Sus curvas se veían realzadas, haciendo que su figura se notara más.

Nunca había usado algo tan revelador, y mucho menos aparecer así frente a Alejandro.

Pero no había otro traje de baño disponible.

Después de un momento de duda, Ana decidió que no tenía nada de qué avergonzarse.

Podía disfrutar de cómo se veía, y aunque se apareciera desnuda frente a Alejandro, él ni siquiera la miraría dos veces, así que ¿qué más daba?

Además, también quería relajarse en las aguas termales.

El baño termal no era muy grande, pero podía acomodar a unas siete u ocho personas.

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