Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 230

Esperando y esperando.

Esperó hasta que Ana terminó de revisar su teléfono.

Cuando Ana vio la pregunta de Pablo, respondió: "Sí, fui yo quien lo envió, me casé".

Al ver la respuesta de Ana, Pablo sintió que el cielo se oscurecía de repente.

Todo su ser estaba en estado de shock, como si hubiera sido golpeado por un rayo.

—¿No será que ese patán volvió a pedirte perdón y tú aceptaste?—Pablo se negaba a rendirse.

—No es él, es otra persona que me presentó un familiar. Ambos estamos muy satisfechos. Tranquilo, esta vez la elección fue bien meditada.—dijo Ana.

Pablo, con los ojos enrojecidos, solo pudo responder:—Te deseo felicidad.

Cuando Don Fernando y Caio regresaron a casa, lo primero que vieron fue a Pablo, con los ojos rojos, al borde de las lágrimas.

Los libros que estaban esparcidos por la cama ahora estaban cuidadosamente ordenados a un lado.

Ambos se miraron.

Era su primer desamor, y Pablo no parecía estar tan mal.

—¿Qué te pasa?—Don Fernando preguntó, aunque ya lo sabía.

Pablo miró a Don Fernando, con sus ojos tristes,—Me rompieron el corazón.

—No es gran cosa, hasta que no te rompen el corazón unas cuantas veces no se puede decir que eres un hombre.—dijo Caio con actitud de alguien que ha pasado por lo mismo.

Pablo lanzó una mirada exasperada a Caio, que estaba muy tranquilo.

—Si te rompen el corazón tantas veces, solo significa que eres un desastre, ¿o de lo contrario por qué te romperían el corazón tantas veces? Tú y yo no somos iguales.

—Tú y yo no somos iguales, pero también te rompieron el corazón,—Caio estaba a punto de darle una patada, pero al recordar que Pablo había sufrido un desamor, decidió no hacerlo.

Don Fernando suspiró y le dio un golpecito en la cabeza a Caio,—Habla con propiedad.

¡Nadie le daba tranquilidad!

¿Cómo es que un tío actúa así?

Caio se sintió un poco agraviado por el golpe,—Papá, ¿por qué me golpeas? ¡Apenas es un niño! Hoy le gusta alguien, mañana le gusta otra persona, y casi cada dos o tres días tiene un desamor.

Don Fernando y Caio, al escucharlo, quedaron boquiabiertos.

Esto...

¡Podría funcionar!

Al menos se puede considerar que lo ha superado.

——

Alejandro fue quien recogió a Ana.

Los dos se sentaron en el asiento trasero, el chofer conducía con suavidad.

—¿Quieres salir a comer o comer en casa?—preguntó Alejandro.

—En casa, estos días he estado comiendo fuera y mi estómago no lo aguanta,—dijo Ana.

La comida de fuera está bien de vez en cuando, pero comer demasiado afecta el estómago.

Alejandro también extrañaba un poco la cocina de Ana,—De acuerdo.

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