Gustavo y Sergio miraron simultáneamente hacia José.
—José, Ana no es tan importante para nosotros, no importa si es mi hermana o no. Su mala suerte fue haber sido llevada por otros desde pequeña. Eso no tiene nada que ver con nosotros. Pero ahora, si realmente está colaborando con extraños contra nuestra empresa familiar, entonces está despreciando la gratitud; después de todo, ella tuvo buenos momentos con la familia González,— dijo Gustavo con un tono helado.
Sergio comentó: —Ya lo dije antes, solo tengo una hermana, y ella es Carmenita. No me importa cómo nos vea Ana. Si no fuera porque no se puede matar a alguien, desearía estrangularla ahora mismo.
José, viendo la actitud de ambos y recordando la de sus padres y Carmen cuando se fue de casa, pensó que todos en la familia creían que era culpa de Ana.
Todos pensaban que Ana debería obedecerles, ser controlada por ellos.
José, con los labios apretados, preguntó con voz grave: —Si ustedes pueden pensar así, ¿no podría Ana pensar lo mismo? Antes nos consideraba su familia, ahora nos ve casi como a enemigos, ¿creen que obedecerá sus órdenes?
Sergio y Gustavo se quedaron estupefactos.
Sin embargo, su expresión cambió rápidamente.
—No importa cómo nos vea. La sangre de la familia González corre por sus venas,—dijo Gustavo fríamente.
Sergio soltó un bufido: —Ahora ella está feliz. ¿Has visto dónde trabaja? Está en el equipo de Don Fernando; incluso si lo diéramos todo, no podríamos conseguirle un empleo allí.
José sabía que no tenía sentido decir más.
Solo esperaba que las cosas no fueran como él pensaba.
Esperaba que Ana aún se preocupara por sus hermanos.
En la casa de los González.
Laura estaba inquieta.
Sentada en la sala, jugaba con su teléfono mirando la hora.
Al pensar en cómo Ana ya no le respondía las llamadas y era distante con ella, se sentía incómoda.
Carmen miró alrededor: —Mamá, mejor voy a ver qué sucede. Tengo la sensación de que José y los demás no podrán resolver esto. Tengo algunos malentendidos con mi hermana que necesitamos aclarar cara a cara; tal vez pueda obtener alguna información.
—Está bien, ve.
——
Después de registrar su hora de entrada en el trabajo, a Ana le informaron que Don Fernando quería verla.
Cuando entró en la oficina de Don Fernando, él estaba en una llamada.
—Ahora que soy mayor, estos trabajos de restauración extremadamente complejos y precisos, para ser honesto, probablemente no pueda hacerlos. Pero hay una persona joven en mi equipo, quizás ella podría.
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