“Dile a Nuria que tampoco debería albergar ilusiones sobre quien no debe. ”
Salvador, impactado, le respondió: “¿Es que no sientes ni un ápice de amor por Nuria? ¿Acaso no has estado con ninguna otra mujer todos estos años porque solo tenías ojos para ella? ”
“¡Dime qué relación tienes con Ana! Tu comportamiento hacia ella es demasiado inusual. ”
Lamentablemente, ninguna de estas preguntas recibió respuesta.
Alejandro no había respondido a ninguno de los mensajes.
Salvador nunca se inmiscuía en los asuntos de los demás, ni mostraba interés por ellos.
En la ciudad A, seguramente había muchas personas deseosas de investigar acerca de él, así que no le correspondía a él hacer indagaciones sobre otros. Si quería saber algo, simplemente mandaba a alguien a investigar y así obtenía toda la verdad.
Pero Alejandro era diferente.
¿Quién no querría estar al tanto de los últimos chismes sobre Alejandro?
Desafortunadamente, si Alejandro no hablaba, no podían simplemente mandar a alguien a investigar; de hacerlo, Alejandro seguramente se enteraría de que estaban indagando sobre él.
—Tsk, tsk, no hay prisa, no creo que Alejandro pueda guardar el secreto para siempre.
——
Nuria se había levantado tarde.
Había pasado casi toda la noche en vela tras volver del club, yacía en cama sin poder calmarse.
Ella quería saber qué relación tenía Ana con Alejandro.
Le preguntó a Salvador, pero él tampoco sabía nada; de hecho, había conocido a Ana por primera vez ese mismo día.
Al ver el hermoso rostro seductor de Ana, Nuria sintió celos por primera vez.
Si no hubiera perdido su trabajo, quizás el bono de fin de año hubiera sido de 30,000 dólares, pero ahora, ese trabajo ya no existía. Aunque había conseguido entrevistas en estos días, por alguna razón, no había recibido ninguna respuesta después de ellas.
Con su nivel educativo, la universidad de la que se había graduado, su especialización y sus habilidades, era imposible que después de tantas entrevistas en tantas compañías, ninguna lo contratara.
Era demasiado extraño.
Ana se había vuelto implacable, definitivamente ya no lo ayudaría. Carlos no sabía por qué, pero sentía que si Ana pudiera ayudarlo, seguramente él podría cubrir los gastos de la operación.
Pero...
Nunca imaginó que Ana podría ser tan despiadada.
Tomó su teléfono y llamó a Carmen.
—Carmen, préstame 70,000 dólares, por favor. Ayúdame a superar este difícil momento. Prometo que conseguiré el dinero y te lo devolveré pronto.
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