Alejandro también cerró sus brazos alrededor de ella.
...
Elena llegó en carro a casa.
Justo cuando iba a lavar la lonchera que acababa de dejar, sonó el teléfono, era una llamada de Francisco.
—Madre, acabo de llegar a casa. ¿dónde estás? ¿Saliste a pasear?
Elena miró la hora, ya eran las diez y media de la noche: —Fui a visitar a Ana un rato, justo regresé a casa. Nosotros, madre e hijo, simplemente nos perdimos perfectamente el uno al otro.
Su hijo mayor siempre se preocupaba, cuidando de ella y también de sus hermanos y hermanas, habiendo soportado la mayor parte de las dificultades desde niño.
Afortunadamente, ahora había encontrado una esposa que sabe cuidar de los demás, y su vida era cada vez más feliz.
Francisco se tranquilizó: —¡Qué bueno es que estés en casa! Madre, trata de no salir sola por la noche. No me siento seguro al respecto. Podrías salir a hacer ejercicio por la mañana.
Además, hay mucha delincuencia últimamente, dijeron que atraparon a uno y resultó ser un enfermo mental.
Así que, es más seguro quedarse en casa. Por la noche la luz es escasa y si un criminal tiene la intención de hacer daño, es mejor prevenir.
Elena respondió con una sonrisa: —Está bien, he tenido algo de molestia en los pies estos días, así que no he salido a pasear por las noches. No te preocupes, siempre tengo cuidado con la seguridad. Tú también cuida bien de Judith, y trata de pasar más tiempo con ella cuando puedas. No te preocupes por mí, usualmente no tengo problemas aquí.
Francisco asintió, pero no colgó.
Judith observó a Francisco, quien parecía abatido después de colgar el teléfono: —¿Estás seguro de que esa persona es tu padre?
—Su nombre es el mismo, y se parece mucho, apenas ha cambiado desde que era joven, solo tiene más arrugas en el rostro. —Dijo Francisco, frunciendo el ceño seriamente.
Judith aún parecía asombrada: —Si realmente es tu padre, ¿por qué no ha vuelto a casa en todos estos años? Además, ¿no dijiste que ahora tiene otra familia? Tu madre nunca se volvió a casar por él, lo que muestra cuánto lo ama. Si él tiene otra familia, ¿no sería eso muy injusto para ella?
Quizás ella es demasiado idealista a veces, no queriendo confrontar la cruel realidad.
Francisco frunció el ceño: —Quizás él también perdió la memoria.
Esa era la mejor respuesta posible.
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