El Secreto de Mi Prometido romance Capítulo 317

Víctor y Patricia tenían el rostro desencajado, temiendo que a doña Ximena le diera otro ataque al corazón por la rabia.

Enseguida Víctor intervino para impedir que Andrés siguiera hablando.—Andrés, basta, sirvienta, ven y ayuda a doña Ximena a bajar para que vaya a descansar.

Patricia solo había oído que Valentina había hecho cosas malas a escondidas y que tenía una relación turbia con Daniel, el hijo ilegítimo de Víctor. Pero eso de 'codiciar al hermano' y 'cometer crímenes y llegar matar' lo oía por primera vez, y se quedó muda del asombro.

Patricia palideció de horror.

¿Q-qué significaba todo eso? ¿Valentina albergaba sentimientos inapropiados hacia Andrés?

Unas criadas ayudaron a sostener a doña Ximena.—Doña Ximena, déjenos llevarla a descansar.

—¡Suéltenme! ¡Estoy bien! Andrés, dime tú, ¿qué significa eso de que Valentina codiciaba a su hermano y que además mató a alguien?

Patricia también miró a Valentina con incredulidad. Su tono fue severo: —¿Qué está pasando aquí?

Valentina se le veía lívida, los labios tan pálidos como el papel, y su cuerpo temblaba sin control alguno.—Yo... yo...

Andrés tenía el semblante huraño, la expresión sombría y la voz aún más aterradora: —Lo que oyeron, literalmente.

Luisa no esperaba que Andrés expusiera los sentimientos de Valentina delante de toda la familia.

Doña Ximena claramente no podía soportar semejante golpe. Se llevó la mano al pecho y miró a Valentina con una profunda decepción.—¿De verdad albergabas pensamientos impuros hacia Andrés? ¿De verdad mataste a alguien? Tú... pero tú...

Valentina quería negarlo, pero la verdad no podía.

No podía decir con su propia boca que no amaba a Andrés, ni tampoco negar que había participado en un asesinato.

Patricia, al ver que Valentina no decía nada al respecto, se enfureció tanto que no hallaba palabras; solo pudo fulminarla con la mirada.

Víctor suspiró.—Andrés, será mejor que pares. Sabes que la salud de tu abuela no es la mejor, no deberías alterarla más.

—Pídele perdón a Luisita. —Andrés ya mostraba fuertes signos de impaciencia, y su mirada se tornó aún más glacial.

—¡No! ¡No lo haré! ¿Por qué tengo que pedirle perdón a Luisa? ¡Yo no hice nada malo! —La voz de Valentina estaba ronca; las lágrimas corrían sin cesar por su demacrado rostro, y aun así se negaba una y otra vez a disculparse.

Con el rostro cubierto de lágrimas, gritaba entre sollozos sin cesar, sin importarle en lo más mínimo su dignidad: —¿Por qué? ¿Por qué no puedo amarte? Crecimos juntos, además no compartimos la misma sangre, ¿por qué no puedes amarme? ¿Acaso amar a alguien está mal?

¡Paf! —El sonido claro y seco de una cachetada resonó de pronto.

Jorge fue implacable; le puso con fuerza un pie sobre la espalda y la obligó a inclinarse hacia el suelo. El rostro pálido de Valentina quedó pegado contra el piso, su aspecto era bastante miserable y humillante.

Andrés se sentó en el sofá, irradiando una frialdad férrea e implacable.—Si no vas a disculparte, entonces arrodíllate y ríndele homenaje a Luisa.

Jorge comprendió, y de inmediato le agarró el cabello a Valentina, levantándole la cabeza con fuerza y luego empujándola de nuevo hacia el suelo con demasiada brutalidad.

¡Bang, bang, bang!

Valentina se vio obligada a inclinarse en señal de reverencia.

Doña Ximena, al ver semejante escena tan absurda, casi se quedó sin aire del impacto.

Por suerte, la criada llegó a tiempo con la nitroglicerina.

Doña Ximena se la tomó y, poco a poco, volvió a respirar con completa normalidad.

—Ya está, quiero vivir unos años más, así que estos asuntos mejor arréglenlos ustedes. —dijo doña Ximena, dándose golpecitos en el pecho mientras se retiraba silenciosa con la criada.

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