Muchas de las cosas que Valentina había hecho estaban dirigidas contra Luisa.
Por eso, ese día Andrés llamó especialmente a Luisa.
Salón principal de la casa de los Martínez.
Cuando doña Ximena escuchó que Andrés tenía algo importante que anunciar, adivinó que se trataba de Valentina y por lo tanto se apresuró a regresar desde el centro de reposo.
Víctor también dejó de lado su trabajo y regresó a la menor brevedad.
La familia entera estaba sentada en los sofás del salón, y el ambiente era solemne.
Al ver a Luisa sentada en el sofá, doña Ximena mostró desagrado en su mirada. Fingiendo no saber nada del asunto, preguntó: —Andrés, hijo, ¿qué ha pasado?
Todas las miradas se dirigieron enseguida a Andrés.
Andrés mantenía una expresión muy sombría; sin prisa, sacó su celular y realizó una llamada. Con voz aterradora, ordenó: —Traigan a la persona.
Colgó y, con un tono indiferente, añadió: —En un momento lo sabrás, abuela.
Los ojos de doña Ximena giraban con ansiedad, y su expresión se mostraba impaciente.
Cinco minutos después, Jorge entró acompañado de Valentina.
Doña Ximena se quedó pasmada y caminó hacia ella con pasos temblorosos. Con una expresión de dolor y reproche, gritó todo pulmón: —¡Valentina! ¡Estás fuera de ti!
Valentina palideció, los labios resecos y agrietados, las cuencas de los ojos hundidas y con ojeras profundas; parecía una persona al borde de la muerte, débil y consumida.
A doña Ximena se le encogió el corazón; movió los labios, pero aun así le preguntó: —Valentina, ¿qué has vivido estos días para acabar en este estado tan lamentable?
—Abuela... —respondió Valentina entre lágrimas, con una voz llena de pena y desamparo.
El corazón de doña Ximena dio un vuelco total.
Al fin y al cabo, era una niña que había criado a su lado; aunque hubiese cometido errores, le dolía en el alma verla así.
Doña Ximena solo sabía que Valentina había estado trabajando para Daniel, pero no conocía los detalles al respecto.
No sabía que Valentina había ordenado de manera intencional a Carlos que llamara a la policía con la esperanza de que Daniel matara a Luisa; no sabía que el día de la fiesta de compromiso, Alma había secuestrado a Violeta bajo amenazas de Valentina; no sabía que la puñalada que recibió Andrés en esa misma ceremonia también estaba relacionada con Valentina.
Víctor, que conocía toda la verdad, sujetó a doña Ximena y dijo con voz grave: —Mamá, no diga más.
El corazón de doña Ximena no estaba bien, y todos le ocultaban que Valentina había participado en asesinatos justamente para evitar otro fuerte impacto.
Andrés comenzaba a impacientarse; sus cejas fruncidas mostraban una intensa frialdad y severidad: —Valentina, te dije que te arrodillaras y le pidieras disculpas a Luisita, ¿no me escuchaste?
—¿Cómo va a arrodillarse la señorita Martínez ante alguien? —doña Ximena estaba tan enfadada que su pecho subía y bajaba agitado, gruñendo furiosa.— ¡Andrés! Ya dije que le permitiría un castigo interno. ¿Por qué insistes en humillar a Valentina? ¡Al fin y al cabo, sigue siendo tu hermana!
—¿Hermana? —¿Qué hermana? Andrés soltó una risa sarcástica.—Ella ya no forma parte de nuestra familia Martínez.
Doña Ximena estaba sumamente enojada, alzó la voz y lo increpó: —¡Andrés, qué corazón tan frío e insensible tienes! ¿Anteriormente no adorabas a Valentina? ¿Por qué esta vez estás tan decidido a acabar con ella y echarla de la casa?
Andrés entrecerró los ojos, emanando una energía helada y amenazante.
—Abuela, Valentina codiciaba a su propio hermano. Ha cometido delitos, ha asesinado. ¿Y tú aún puedes sentir compasión por alguien así?
Las palabras de Andrés fueron tan impactantes que doña Ximena palideció al instante. Abrió los ojos desmesuradamente y exclamó: —¡¿Qué?!
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