Pero el problema fue que cuando Luisa miró a través del espejo retrovisor y vio ese coche negro, algo cruzó rápidamente por su mente.
Ese coche, le pareció haberlo visto cuando se detuvo en un semáforo en la ciudad.
En ese momento, el auto estaba justo detrás de ella, en un ángulo diagonal.
Es decir, desde la ciudad hasta las afueras, ese coche la había estado persiguiendo.
De repente, Luisa sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, un hormigueo en la espina dorsal.
Luisa notó que cuando ella reducía la velocidad, el otro hacía lo propio, sin mostrar intención alguna de adelantarla.
Cuando ella aceleraba, el otro también.
Esto reforzó su sospecha.
Ese coche la estaba buscando.
Luisa tomó su celular, preparándose para hacer una llamada.
Al mismo tiempo.
El coche de atrás.
El hombre que conducía hizo una mueca y le dijo al hombre en el asiento trasero: —Señor, parece que se dio cuenta.
—Actúa.
—Sí.
Luisa acababa de agarrar el celular y aún no había tenido tiempo de marcar.
De repente.
Un fuerte "bam".
El coche negro de atrás aceleró bruscamente y se estrelló contra ellos a gran velocidad.
La enorme fuerza del impacto hizo que el auto de Luisa perdiera el control al instante; el Rolls-Royce blanco se estrelló contra la barandilla de la carretera, el frente del vehículo se hundió profundamente y los airbags se desplegaron.
El celular de Luisa salió volando debido al impacto.
Con un fuerte puñetazo, Luisa le golpeó el puente de la nariz, haciendo que la sangre brotara al instante.
Luisa usó manos y pies, y rápidamente derribó al hombre.
En ese tramo de carretera, sin cámaras ni alumbrado público, la luz deslumbrante de los faros iluminaba el penoso estado del hombre.
El sujeto yacía desparramado en el suelo, la sangre roja de su nariz manchaba su barbilla, mientras seguía profiriendo insultos vulgares.
—¿Cómo es que ni siquiera puedes con una mujer?— dijo otro hombre que descendió del auto negro, con una actitud condescendiente.
—Señor, esta mujer ha practicado artes marciales,— respondió el hombre tendido en el suelo, entre dientes.
Mientras los dos hombres discutían, Luisa se deslizó sigilosamente hacia el coche, intentando recuperar su celular para hacer una llamada.
Justo cuando lo agarró, el hombre detrás de ella se lanzó hacia adelante y se lo arrebató.
Acto seguido, el sujeto sacó la tarjeta SIM del celular de Luisa, arrojó el dispositivo al suelo con violencia, rompiendo la pantalla, y partió la tarjeta SIM por la mitad antes de tirarla despreocupadamente a un arbusto al lado del camino.
—Ven con nosotros,— dijo el hombre fríamente.
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