El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 715

¿No hay escape?

La profundidad de esta expresión no pasó desapercibida para Ángeles y Emilio, quienes intercambiaron miradas cómplices. Estaban a punto de indagar más sobre este asunto, cuando una mujer de mediana edad junto a ellos cambió de expresión de forma abrupta, tomó del brazo a la joven novia y furiosa la reprendió: —¿Qué disparates estás diciendo? Cámbiate ese vestido de inmediato; necesito ajustar la cintura.

—Oh.

La joven novia asustada obedeció y se dirigió enseguida a la habitación para cambiarse.

Ángeles reflexionó por un momento sobre el significado de la frase "no poder escapar". ¿Acaso sugería que los aldeanos de la isla les impedirían la salida, o que la constante niebla que cubría la isla, aislaba a quien intentara abandonarla?

Si se trataba de la segunda opción, no era tan alarmante, pero si era la primera, ¿Qué desastre estaría toda la aldea en su contra?

Ángeles prefirió no pensar mal sin motivo, pero tampoco se permitió bajar la guardia. Durante la cena, probó la comida cautelosamente, asegurándose de que no estuviera envenenada.

Al irse a dormir, Ángeles decidió no sumirse en un sueño profundo, manteniéndose siempre alerta.

No obstante, la noche transcurrió sin incidente alguno.

Al amanecer, la niebla se disipó silenciosamente.

El ruido de los fuegos artificiales anunció la celebración de la boda, inundando el ambiente con un fuerte olor a pólvora.

Los invitados iban y venían en un ambiente ruidoso y festivo.

Aprovechando que nadie prestaba atención, Ángeles tomó de la mano a Emilio y ambos escaparon de la casa, reuniéndose bajo el gran árbol de higuera en la entrada del pueblo con otros subordinados de la familia Pérez que ya los esperaban.

Consciente de los peligros que los aldeanos les mencionaron, Ángeles verificó su equipo, armas y medicinas. Estaba preparada para cualquiera eventualidad, y gracias a que los subordinados de la familia González estaban armados con pistolas, incluso si encontraban animales salvajes, podrían retirarse a salvo.

No tardaron en llegar al valle, un lugar invadido por la maleza que dificultaba el paso. El clima y las condiciones eran ideales para esa maldita larva venenosa.

Mientras avanzaban con precaución, Ángeles observaba atentamente y, no sabía si era por su buena suerte o porque en verdad había infinidad de malditas larvas venenosas en esta área, pero pronto encontró una.

—Shh, ¡quietos!

Ángeles sacó con cuidado un pequeño frasco de su bolsillo y se acercó sigilosa a la larva venenosa. Justo cuando estaba a punto de actuar, un grito agudo y desgarrador irrumpió desde un arbusto cercano.

El susto espantó a la larva, que apresurada se escondió dentro de un tronco agujereado, desapareciendo a gran velocidad de la vista.

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