Una vez que Sigrid consintió, George inmediatamente le indicó a Alisa que llenara la tina, mientras él abría el armario para elegir lo que Sigrid usaría más tarde.
Al verlo parado e inmóvil frente al armario, Sigrid sintió curiosidad por lo que estaba haciendo: "¿Por qué estás parado ahí?"
"Estoy pensando en lo que deberías ponerte esta noche". Los ojos de George recorrieron la ropa interior que tenía delante. Había todo tipo de camisones de encaje y a él le habría gustado que ella los luciera todos. ¿Cuál debería elegir?
De pronto, Sigrid quiso retractarse de la promesa que le hizo a George. Tenía el presentimiento de que esa noche debería sobrellevar muchas cosas.
Sin embargo, George ya había elegido un camisón de seda roja...
Al ver que él lo arrojaba sobre la cama, le preguntó: "¿Voy a usar esto esta noche? Es muy corto".
Había ropa interior sexy al lado, pero ¿para qué servían los hilos de esa ropa interior?
¿Tenía que ser tan sexy?
Sigrid estaba estupefacta y lo miró confundida. Ella ya le había prometido que él podría hacer lo que quisiera en la bañera, así que ¿por qué elegir además ropa de noche sexy para ella?
¿Es que no se irían a dormir justo después del baño? ¿No podía escoger algo más convencional?
Sigrid presintió que George planeaba continuar en la cama, después de terminar en la bañera...
Y la verdad era que su corazonada resultó cierta.
Esa noche, ella sintió que George se había vuelto loco. Aunque nunca antes él se había comportado de esta forma con otra mujer, a juzgar por la forma en que dio rienda suelta a sus ganas, ¡su cuerpo le pasaría factura algún día!
Por supuesto, Sigrid se guardó sus pensamientos. Si se le ocurriera hacerle cualquier comentario, ¡estaría perdida!
A la mañana siguiente, observó que, como de costumbre, George estaba de buen humor cuando se sentaron a desayunar. Sigrid sospechó que él estaba robando su energía. Si no, ¿cómo explicar que después de esforzarse tanto por la noche, él se viera mucho mejor que ella por la mañana?
El señor Toland comió su desayuno lentamente y con gracia, y sus ojos tenía una mirada suave cuando se encontraban con los suyos. Sin embargo, Sigrid se sentía molesta por tener que aplicarse medicamentos esa mañana. Ni siquiera quería hablar con él.
Como era un día de semana, a pesar de que sus piernas estaban débiles, Sigrid debía ir a trabajar.
Afortunadamente, ese día solo tuvo que demostrar algunos movimientos básicos de baile a los estudiantes, salvándose de una bochornosa caída frente a ellos.
Durante su descanso después del almuerzo, recibió un mensaje de Rachel que decía: "Acabo de firmar un contrato con la compañía de entretenimiento de tu esposo. ¿Tuviste algo que ver con esto?"
Ella respondió: "¡Sí, así es! Prométeme que trabajarás muy duro de ahora en adelante, para que mi sacrificio no sea en vano".
Sigrid sintió que se merecía el crédito por sus buenas obras. La noche anterior ella había pasado por mucho y si no se reconocieran sus esfuerzos, entonces la tortura por la que había pasado habría sido en vano.
Rachel replicó: "¡Eres la mejor, Sigrid! Cuando al fin me case con Cyrus, ¡puedes estar segura de que le pediré que prepare el mejor regalo para ti!"
Sigrid dijo: "Eso sería maravilloso".
Enseguida agregó: "¿Sabes qué? No necesitamos esperar a que llegue la boda, ¡puedes darme un regalo ahora mismo! Gracias a ti, mis piernas ahora se sienten como gelatina".
Rachel respondió: "Te amo".
Una dulce sonrisa iluminó el rostro de Sigrid cuando dijo: "Durante las próximas semanas, solo podré ir a casa los fines de semana".
Aquello significaba que dispondría de cinco días para recuperar el sueño que tanto necesitaba.
¡Finalmente, George no podría aprovecharse de ella hasta que sus piernas fueran incapaces de sostenerla!
Él no pasó por alto el hecho de que Sigrid parecía estar feliz por esto. Se inclinó hacia ella y preguntó con un dejo de amenaza: "¿Estás contenta?"
"¿Qué? ¡No!", exclamó Sigrid de inmediato, con una expresión inocente. Fingió estar deprimida y dijo: "George, no nos veremos por unos días esta semana, te voy a extrañar mucho. Me preocupa no poder conciliar el sueño en el dormitorio estudiantil, ahora que me he acostumbrado a dormir contigo".
El conductor, James, pensó: "Mi*rda, ¿por qué tengo que escuchar esto tan temprano en la mañana? ¡En cuanto llegue a casa voy a hacer que mi esposa me hable así!"
George miró la expresión triste en la cara de Sigrid, aunque no dudó en ningún momento que era falsa, sin importar desde qué ángulo se viera. Fue tan irritante que la abrazó con fuerza y dijo: "Entonces le pediré a James que te recoja todas las noches, para que puedas dormir conmigo".
"¡Oh, no! Eso no es necesario. Sería muy problemático ir y venir de esa forma. Mira, si me extrañas, nos veremos por videollamada", se apresuró a decir Sigrid, bajando la cabeza con torpeza. George debió notar que ella estaba fingiendo nostalgia.
Él le levantó la barbilla con sus delgados dedos para que pudiera mirarlo a los ojos. Luego bajó la cabeza hacia la de ella y dijo: "Una videollamada común no me dejará satisfecho".
Tanto Sigrid como James pensaron lo mismo: "¿Está diciendo lo que creo que está diciendo? Si una videollamada normal no puede satisfacerlo, ¿qué podrá hacerlo? ¿Una videollamada erótica? ¡Eso era de lo más inapropiado!"
No obstante, la mente de Sigrid se llenó de pensamientos traviesos. Por ejemplo, mientras hacían la videollamada, ella podría bajar las cortinas alrededor de su cama, luego encender las luces y ponerse algo sexy. Aunque probablemente después tendría que quitárselo...
¡No, no, no! ¿Qué pasaría si un hacker interviniera su llamada? ¡Podría verlo todo!
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