Quizá fueron los diez minutos más largos de mi vida.
Estaba tan débil que incluso mantenerme despierta era una proeza.
Cada sonido, por pequeño que fuera, me ponía nerviosa y sentía el corazón salirse de mi pecho. Así que cuando la pareja llegó en sus pieles de lobo, casi me da un infarto.
Abi mordisqueó suavemente mi mano y señaló hacia la entrada de la manada.
-Lo siento. - Graznó con apenas voz. - No puedo moverme.
Su pareja se transformó en ese instante y volvió a cogerme en brazos.
-Vamos, antes de que sigan nuestro olor.
Y así fue como salimos de la manada en medio de la sombra de la noche.
-¿Qué... qué sucedió? - Pregunté en un susurro.
Gail apretó los dientes.
-A nosotros, los guardias, se nos ordenó patrullar las fronteras. Alfa Ayax dijo que estuviéramos atentos a cualquier peligro viniendo de la manada Black. - Su rostro se oscureció aún más. - Solo sus guardias personales estuvieron presentes en la unión, fue por ello que nos tardamos en averiguar qué era lo que estaba pasando.
Abi se transformó para correr a la par en su forma humana.
- Yo estaba en la cocina, fue gracias a los gritos que nos dimos cuenta de que algo estaba mal. - Dijo con un gruñido. - Algunos huyeron pero fueron atrapados rápidamente por el pequeño grupo que trajo Jeremías. Cuando terminó la matanza, nos reunieron a todos y nos dijeron que podíamos inclinarnos o morir.
-Al parecer el plan original no era una tregua, sino una forma rápida de entrar en la manada sin resistencia para tomar nuestro territorio. - Dijo el lobo con una furia asesina en su mirada.
Lo entendía. Él había sido uno de los pocos guardias que sobrevivió a los múltiples ataques de la manada Black en el último año.
Por alguna razón, seguimos resistiendo a pesar de que nuestros guardias iban bajando su número. ¿Cuántos amigos no tuvo que ver morir?
- Gail y yo esperamos estar mejor informados antes de huir.
-Y yo adelanté esos planes. - Dije suavemente. - Gracias por no dejarme ahí.
-¡¿Bromeas?! - Dijo con media sonrisa Abi. - Prometí ser tu mano derecha cuando fueras Luna; yo hubiera sacado tu cadáver de ahí para maldecirte por no darme ni un día de trabajo.
Gail bufó, pero yo le sonreí un poco.
-¿Qué sucedió con... con mi hermana?
Hubo un silencio tenso antes de que Abi finalmente hablara.
-Jeremías anunció que él y su Luna se encerrarán en la casa de la manada y no saldrían hasta que estuviera seguro de que había dejado en su vientre al heredero Alfa.
Mordí mis labios intentando contener mis emociones. No era el momento para ponerme a pensar en lo que había pasado, ni siquiera tenía fuerzas para sacar mis garras y mostrar lo enojada que estaba.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Venganza de la Luna desesperada
Excelente novela...