Levi paseó por aquella habitación de hotel desesperadamente durante horas, intentando encontrar una forma de llegar a Noémi. Le había dejado varios mensajes de voz, pero ella no había respondido. Recorrió el camino hasta su departamento innumerables veces, pero en las noches las luces ya no se encendían, así que entendió que había preferido irse a otro lado.
Se le encogía el corazón solo de pensar en todo aquello, en cuánto debía haber sufrido Noe con el encarcelamiento de su gemela. Y quería odiar a Nino, pero la verdad era que Nino no lo había hecho irse. Al final Noémi tenía razón, si el italiano hubiera querido forzarla a un matrimonio lo habría hecho desde el primer momento, no se habría esperado cinco meses de tortura.
Estaba desesperado por encontrarla y hablar con ella. Tenía que hacer que se quedara, tenía que impedir que se casara porque ahora lo entendía: la quería, la quería más que a nada en el mundo.
Por raro que pudiera parecer, la noticia sobre la boda de Noémi con Nino Ambrosio no había salido en las redes. Nadie tenía ni idea al respecto, así que si iban a celebrar aquella boda sería en privado.
Finalmente no tuvo más remedio que comenzar a acosarla en el edificio de oficinas del Asterion Bank. Tenía la leve esperanza de que ella estuviera allí aunque su boda estuviera tan cerca. Recorrió el aparcamiento y logró colarse furtivamente entre el personal de servicio. Se estaba quedando sin opciones así que cualquier riesgo valía la pena.
Subió las escaleras hasta su despacho y apenas la asistente fue por un café, él abrió la puerta para esconderse dentro. Sin embargo para su sorpresa, Noémi estaba allí, acurrucada en aquel sofá mientras había cientos de papeles en carpetas a su alrededor.
Se quedó inmóvil mientras toda la ternura que sentía por ella se le atoraba en la garganta. Se agachó a su lado y le quitó un mechón de cabello de la mejilla. De repente, como si lo hubiera sentido, Noémi abrió los ojos y ambos se miraron fijamente durante unos largos instantes. Levi no sabía qué decir; estaba demasiado aturdido. Finalmente, Noémi rompió el silencio, intentando sentarse.
—Levi... —dijo con voz somnolienta—. ¿Qué haces... qué haces aquí?
Levi tragó saliva.
—Castigándome —respondió él con sinceridad—. He venido a ver si querías hablar conmigo, pero entré por la puerta y te vi aquí... y no soporto imaginar todas las veces que te quedaste en este sofá sin que yo estuviera para obligarte a dormir en casa.
A Noémi le tembló un poco la barbilla al pensar en eso, en todas las veces que Levi y Peter habían estado allí para arrancarla de la obsesión con el trabajo y llevarla al calor de una familia y un hogar lleno de risas y de am...
—Ya no vale la pena pensar en eso —murmuró intentando acomodarse el cabello.
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Os comentários dos leitores sobre o romance: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
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