Un cuchillo afilado y brillante se dirigió al pecho de Jeremy.
Jeremy bajó sus tupidas pestañas, para mirar hacia abajo, y luego una sonrisa hechizante se formó en su rostro, mientras levantaba los ojos.
Miraba fijamente los hermosos ojos de Madeline, que emanaban una vibración valiente y extraordinaria.
Parecía que iba en serio y que no estaba tratando de asustar a Jeremy.
Sin embargo, Jeremy también iba en serio.
"Linnie", la llamó, suavemente. No retrocedió, sino que se acercó. El filo del cuchillo estaba, ahora, enterrado profundamente en su ropa.
Madeline se quedó boquiabierta, ya que no esperaba que Jeremy tomara la iniciativa de acercarse al cuchillo.
Al mismo tiempo, él seguía sonriéndole.
"Linnie, sé que no recuerdas lo que sucedió en el pasado, pero no importa, porque yo sí lo recuerdo", dijo con una sonrisa, con los ojos fijos en ella.
"Aquel año, cuando nevaba mucho, actúe de forma inhumana. Exhumé la tumba de tu abuelo e incluso te amenacé con sus cenizas. Aquella vez, apretaste tanto los dientes que empezaste a sangrar. Me dijiste con valentía: 'Jeremy, te prometo que te mataré, si no me matas, hoy'".
Repitió lo que Madeline le había dicho, en el pasado. Un rayo de sol cálido brillaba a través de la ventana, pero aún podía sentir la frialdad en lo más profundo de su corazón.
Madeline no recordaba haberle dicho nunca algo así a Jeremy, pero de algún modo intuía que debía de odiarlo, de verdad.
Agarró el pequeño cuchillo con más fuerza, con los ojos llenos de odio.
Jeremy se dio cuenta del odio que irradiaba la mirada de Madeline. Levantó suavemente la mano y agarró el cuchillo en las manos de Madeline, antes de decir con tono suave: "Dime, Linnie, ¿qué debo hacer para ganarme tu perdón? ¿O es que no importa lo que haga, nunca me perdonarás?".
"¡Sí, tienes toda la razón! Nunca te perdonaré, Jeremy, ¡hagas lo que hagas!".
Mientras Madeline hablaba, todas las esperanzas de Jeremy se vieron ahogadas, por una sensación de desesperanza.
El cuchillo atravesó su carne. No hizo ruido, pero extrañamente, Madeline pudo escuchar un sonido punzante. Era como si el sonido se amplificara en sus oídos, haciéndolo extremadamente doloroso.
La sangre roja y fresca, corrió por el cuchillo. Era como si una hermosa rosa floreciera en la camisa blanca y limpia de Jeremy, excepto que el color de la supuesta flor se oscurecía a medida que crecía.
Madeline se quedó mirando la herida de la que manaba sangre, con la mirada perdida. Podía sentir que la herida escondida en algún lugar profundo de su corazón, se desangraba y era dolorosa.
Esa sensación era insoportable.
Retiró las manos de Jeremy, con esfuerzo, y el cuchillo que estaba manchado de sangre cayó al suelo con un ruido sordo.
‘¿Está loco?’.
‘¿Está realmente loco?’.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Esposa Pecadora