Los ojos de Carlos se oscurecieron, surgiendo en su mirada un rastro de dolor.—Es culpa mía por no haber logrado que Daniel estuviera contento, por no haberlos separado... Si en ese momento lo hubiese hecho el objetivo de Daniel se habría cumplido, y él ya no te habría atacado, ni a Miguel ni a tía Violeta...
Luisa se quedó sin palabras: —¿¿??
Este hombre era completamente irracional.
Luisa, entre enfadada y sorprendida, soltó una risa irónica: —¿Entonces te disculpas por no habernos separado a Andrés y a mí?
—Yo...—Los ojos de Carlos brillaron, y sus palabras titubearon.—No quise decir eso, Luisita...
Luisa, visiblemente agitada y con los ojos enrojecidos por la ira, le gritó: —¡Carlos, mi hermana fue secuestrada por los hombres de Daniel para ser usada como moneda de cambio! Hubo una oportunidad de salvarla, pero tú lo arruinaste todo al llamar a la policía. ¡Cuando llegaron los policías, todo se descontroló! ¡Ahora ella está en Solévia!
Carlos abrió los ojos y su rostro se descompuso por completo.—¿Qué? ¡¿a Violeta también la secuestraron?!
—¿De verdad no fue Valentina quien te pidió que llamaras a la policía?—Luisa, fuera de sí por la ira, le gritó.—¿Sabes qué le dijo Daniel a Andrés por teléfono? ¡Que si llamaban a la policía, él mataría a alguien inmediatamente!
—Valentina sabía todo, y te hizo llamar a la policía porque quería que Daniel matara a mi hermana. ¡Te utilizó, ¿lo entiendes?!—Luisa, furiosa, lo fulminó con la mirada.
En los ojos de Carlos se reflejó la confusión, al darse cuenta de que casi había matado a Luisa. Su rostro palideció y su mirada se tornó aún más pesada y dolorosa.
—Lo siento, Luisita, no sabía que las cosas eran así. Si lo hubiera sabido, jamás habría hecho nada...
—¡Basta!—Luisa lo interrumpió bruscamente.—Carlos, sé la verdad, ¿de verdad crees que tu llamada a la policía no tiene nada que ver con Valentina?
Carlos apretó los labios, sus manos caían a los lados de su cuerpo, y apretó los puños con fuerza.
Frente a la acusación de Luisa, casi no podía contenerse para revelar la verdad, pero...
Aunque Mateo había caído, el accionista principal de Grupo Rodríguez, de manera nominal, no había sido afectado.
Carolina, que había estado escuchando en silencio, se acercó nuevamente a Carlos.—Carlos, ¿estás bien? Déjame ir a comprarte una bolsa de hielo.
Carlos no prestó atención a Carolina, la empujó bruscamente, con impaciencia en su rostro.—¡Vete!
Con furia, se dio la vuelta y sacó su teléfono para hacer una llamada.
Necesitaba averiguar si Valentina sabía o no sobre la amenaza de Daniel hacia Andrés, sobre la posibilidad de matar a alguien si se llegaba a llamar a la policía.
Si ella estaba al tanto, entonces la había utilizado.
¡La había utilizado para matar a la mujer que más amaba!
Si eso era cierto, no la perdonaría.
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