El Secreto de Mi Prometido romance Capítulo 137

Andrés, que siempre se muestra altivo y superior, nunca había bajado la cabeza ante nadie.

Solo Luisa lograba que él, de buen grado, inclinara la cabeza.

Luisa rodeó con sus brazos el cuello de Andrés y lo besó.

A pesar de la multitud, Luisa se sintió avergonzada de besarlo profundamente, apenas rozó sus labios y se preparó para alejarse.

De repente, Andrés extendió su mano y sujetó su nuca, profundizando el beso.

Al darse cuenta, Luisa luchó por liberarse de su agarre y su rostro se sonrojó de inmediato.

Luisa tosió tácticamente un par de veces para cubrir su vergüenza, —¡Cof, cof!

—Esto está lleno de gente, esperemos que llegemos a la habitación para seguir besándonos.

Andrés estaba de buen humor, sus ojos y cejas se suavizaron, y una sonrisa se dibujó en sus labios, —Está bien.

Luisa se giró con el rostro aún rojo.

De repente, su expresión se congeló en su rostro y la sonrisa en sus labios desapareció abruptamente.

Una ráfaga de frío cortante barrió el lugar y comenzó a nevar nuevamente.

Carlos estaba parado en la entrada de la tienda, mirando a través de la nieve que caía a lo lejos.

Andrés también vio a Carlos.

La sonrisa desapareció de sus ojos, reemplazada por un frío penetrante.

Andrés tomó la mano de Luisa y caminó hacia Carlos.

Carlos se quedó inmóvil en la puerta de la tienda, observando cómo la pareja se acercaba de la mano.

Los copos de nieve caían del cielo, aterrizaban en su abrigo color caqui y se derretían.

Parecía como si la escena se hubiera congelado, el tiempo se detuvo.

Carlos tenía los labios tensos y la mandíbula apretada, no le prestó atención a Andrés, solo miraba fijamente a Luisa, sus ojos brillaban con una luz suplicante, —Luisita, he venido a nuestro encuentro.

Luisa respondió con frialdad, —No tenía ninguna cita contigo, ¿qué encuentro?

Una sombra de dolor cruzó los ojos de Carlos, —Hace dos años, dijiste que querías venir aquí, en ese momento yo no pude, pero ahora estoy aquí.

—El afecto tardío no sirve de nada.— Luisa habló con calma y frialdad, su tono era cortés pero sus palabras eran todo lo contrario, —Los que fingen profundidad son aún más despreciables.

—Luisita...— El remordimiento y el dolor se entrelazaban en los ojos de Carlos, —¿Podrías darme otra oportunidad? Puedo compensarlo.

Andrés comenzó a reír, lleno de burla en sus ojos, —¿Tú también te lo mereces?

Luisa, con una mirada fría, —Carlos, tu insistencia solo hace que te desprecie más.

Carlos, abatido hasta la médula, preguntó con voz temblorosa, —¿Qué necesito hacer para que me mires una vez más?

Luisa lo miró fijamente y dijo seriamente, —Eso ya es totalmente imposible.

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