El Secreto de Mi Prometido romance Capítulo 134

Diego hizo una pausa y continuó diciendo: —Y a su novio, ese señor Andrés de la familia Martínez, parecía que estaban bastante bien juntos, se veían muy enamorados, siempre iban de la mano.

Carlos guardó silencio por un momento.

Su respiración se intensificó y su voz se volvió tensa y ronca, —¿Dónde?

—En Piedraplata de San Andrés, bajo el Pico del Viento Frío.

...

El alojamiento para este viaje había sido reservado por Luisa.

El pueblo antiguo aún no estaba completamente desarrollado, era pequeño y no había hoteles de lujo, solo hospedajes familiares.

El hospedaje que Luisa había reservado estaba bien ubicado, al abrir la ventana se podía ver la montaña nevada.

Entonces era la temporada alta de turismo en San Andrés, el pueblo estaba bastante concurrido y era muy animado.

El primer día, estuvieron muy cansados, Luisa y Andrés no fueron a ningún lado, simplemente se quedaron en la habitación viendo películas.

Luisa encendió el televisor y eligió una película de amor muy clásica, protagonizada por James McAvoy y Keira Knightley, "Expiación".

El calor de la calefacción era suficiente, la luz tenue y el ambiente era íntimo.

Luisa se apoyó en el hombro de Andrés, mirando atentamente la película.

Aunque ya sabía que era una tragedia, Luisa no pudo evitar llorar al ver el final.

Los ojos de la chica estaban rojos y su voz quebrada, —Es una pena, Cecilia y Robbie se amaban tanto, pero una mentira de Briony desperdició muchos años, y al final ni siquiera pudieron verse de nuevo.

Luisa suspiró con indignación: —¡Ja, expiación! ¿cómo puede Briony expiarse? Su pecado nunca podrá ser expiado, los protagonistas perdieron sus vidas, nunca podrán reunirse de nuevo.

Andrés suavemente le palmeó la espalda a Luisa para consolarla: —Ellos se encontrarán en el otro mundo.

Fuera, comenzó a nevar fuertemente.

San Andrés está ubicado hacia el norte y al pie de las montañas nevadas, por lo que el invierno llegaba antes que en Puerto Bella.

Diciendo esto, extendió su mano y mostró un caramelo en su palma.

Luisa, con la voz nasal, dijo: —¿Por qué me tratas como a una niña?

Andrés sonrió con cariño, —Porque eres una niña, la niña de mi casa.

Luisa tomó el caramelo de la palma de su mano, desenrolló el envolorio y lo puso en su boca.

Era de sabor durazno, su favorito.

Con este gesto de Andrés, después de comerse el caramelo, el ánimo de Luisa mejoró considerablemente.

—¿Te sientes mejor?— preguntó él con la voz un poco ronca.

Luisa asintió con un "mm-hmm".

Andrés se acercó más, y susurró en su oído: —¿No crees que después de haberte consolado también deberías darme un pequeño premio?

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