—Andrés, yo, yo no me di cuenta y sin querer tiré la copa de vino, lo siento, ahora mismo lo limpio.
Valentina se agachó para recoger los fragmentos de vidrio del suelo.
Su vestido escotado dejaba expuestos sus pechos frente a Andrés.
Andrés, con el rostro tenso, desvió la mirada, mostrando ya impaciencia en su tono, —Levántate, vete ya.
Valentina extendió la mano para recoger los pedazos de vidrio, cuando de repente soltó un grito.
Un corte en el dedo hizo que gotas de sangre fresca cayeran tintineando al suelo.
Ella se puso de pie débilmente, con los labios apretados en una expresión de súplica, —Andrés, me corté con el vidrio, ¿podrías llevarme al hospital primero?
Andrés bajó la vista hacia la herida de Valentina, —En casa hay vendas y alcohol desinfectante, cuídatelo tú misma.
—¿No puedes llevarme al hospital? Realmente duele mucho.
Andrés esbozó una sonrisa sarcástica, —Para cuando lleguemos al hospital, la herida ya habrá sanado.
...
...
A la mañana siguiente, doña Ximena no pudo comunicarse con Andrés y llamó a su asistente Alejandro.
—¿Andrés está ocupado?
Alejandro respondió con mucho respeto, —Doña Ximena, el presidente acaba de terminar una reunión.
—Haz que conteste el teléfono.
Andrés miró de reojo, —¿Abuela?
Alejandro asintió y le pasó el teléfono.
Doña Ximena habló con tono relativamente suave, —Andrés, Valentina está enferma, bastante grave, ahora está en el hospital internada, te enviaré la dirección y el número de la habitación, encuentra un momento para visitarla.
—Andrés,— respondió fríamente, —si está enferma, busca un médico. ¿Qué necesidad hay de buscarme a mí? No soy médico.
Valentina miró el termo y luego levantó la vista hacia Andrés. —Andrés, tengo la mano izquierda con el suero y la derecha me la corté con el vidrio anoche, me es difícil manejarlo, ¿podrías ayudarme a tomar la sopa?
Andrés, con una expresión fría, preguntó, —¿Y la enfermera?
—Se tuvo que ir por un asunto.
Sabiendo que Andrés vendría, había hecho que la enfermera se ausentara a propósito.
Andrés asintió. —Llamaré a otra enfermera.
Valentina, no queriendo molestar más a Andrés, no insistió en que él la ayudara.
Poco después, la enfermera regresó, ayudó a Valentina a terminar la sopa y, cuando el suero se acabó, vino la enfermera a retirarle la aguja.
Andrés finalmente habló: —Me voy a ir, descansa bien.
—Espera.— Valentina habló apresuradamente, —Andrés, quiero salir a tomar un poco de sol, ¿podrías llevarme?
Esta petición no parecía excesiva, y tras una breve vacilación, Andrés aceptó.
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