—Yo sabía que ella lo había hecho a propósito, sospechaba que Valentina había estado en contacto con Carlos a escondidas, planeando separarme de Andrés. Si ellos querían molestarme, yo jugaría con ellos para ver quién molestaba a quién al final.
Fernanda levantó el pulgar, —Es sensato, correcto, ¡te apoyo!
Sergio se acercó y preguntó, —¿Luisita, ese tonto era tu exnovio?
Luisa estaba a punto de responder cuando Sergio de repente gritó de dolor, cubriéndose la cabeza.
La fría voz de Andrés apareció desde detrás de él, —No te metas en los asuntos de los demás.
La mirada de Sergio era melancólica, —¿Por qué me golpeaste? ¡Ay, me duele tanto, solo me preocupaba por Luisita!
—Tienes mucho tiempo libre, ¿verdad?— Fernanda le pasó un manojo de brochetas de cordero fresco y otro de alitas de pollo a Sergio, —Asa estas.
Sergio: ...
Andrés abrazó a Luisa por detrás, su barbilla en su hombro, sus manos rodeando la cintura de Luisa, con un tono muy dulce: —Luisita.
Luisa, dejándose abrazar mientras asaba la carne, dijo: —Estas brochetas estarán listas enseguida.
—Mmm.— El aliento del hombre envolvía a Luisa completamente.
Andrés besó el cuello de Luisa y mordió su lóbulo de la oreja de vez en cuando, su aliento caliente le hacía cosquillas a Luisa, y ella se reía.
Cuando Andrés intentó morder su oreja otra vez, Luisa, riendo, se esquivó, —No hagas travesuras, todos están mirando.
La voz de Andrés era baja y seductora, —¿Qué más da? Dejemos que vean lo dulces que somos.
Sergio al lado dijo, —¡Ay, Fernanda!¿no hueles algo?
Fernanda inhaló profundamente, —¿Qué olor? Solo huelo el aroma de la carne asada.
La sonrisa en el rostro de Valentina se congeló.
Luisa sacó un tenedor desechable, cogió una albóndiga y mordió un pedazo.
Después de comer la albóndiga, Luisa giró la cabeza hacia Valentina con una sonrisa en sus ojos y dijo: —Mmm, está delicioso, gracias, Valentina.
Pero no terminó ahí, Andrés tomó el tenedor, cogió un trozo de carne y se lo dio a Luisa, —Prueba esto también.
Las personas alrededor de la mesa observaban la escena, admirando a Andrés en sus corazones.
Pensaron: Utiliza el regalo de alguien más para complacer a otra persona, rechazando cortésmente a la chica y mimando a su esposa al mismo tiempo, ¡qué astuto!
La observadora Fernanda intervino en el momento adecuado: —Ay, las parejitas siempre son tan dulces, mostrando su amor en todo momento. Valentina, mira cuánto se aman ellos.
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