El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 79

Ángeles se sintió algo divertida: —¿Piensas preguntarme lo mismo cada vez que nos veamos?

En ocasiones anteriores, Lucía había hecho esa pregunta varias veces.

Ángeles se detuvo y miró fijamente a Lucía, diciendo:

—Ya te lo he dicho, no te culpo por la decisión que tomaste, pero tampoco te voy a perdonar.

—Algunas traiciones son suficientes con una sola vez.

Al oír esto, Lucía palideció; las lágrimas empezaron a girar en sus ojos, y se esforzó por no llorar: —Ángeles, lo siento, lo siento mucho...

—No necesitas disculparte, porque las disculpas no sirven de nada.

El tono de Ángeles era muy sereno.

Este asunto era una enfermedad en el corazón de Lucía, pero solo eso, una enfermedad en el corazón.

Si esa noche Ángeles hubiera tenido menos suerte, habría sido torturada hasta morir, y nunca habría escuchado esa disculpa.

Debido a que ambas estaban en situaciones desesperadas, Ángeles sentía empatía y compasión por lo que Lucía había sufrido, y se identificaba con su desesperación, por eso esa noche, a pesar de conocer el peligro, aún extendió su mano para ayudar.

¿Cómo era esa frase?

Porque uno ha pasado por eso, desea ayudar a otros.

En su vida anterior, Ángeles nunca había oído hablar de que Daniel tuviera una hija ilegítima, lo que significaba que Lucía estaba atrapada en ese pueblo hasta que fue vendida, torturada y finalmente murió en un rincón olvidado.

Pero ahora, la persona frente a ella seguía viva.

Como una flor en plena floración.

También era la única que le había dicho: Siempre y cuando lo desees, puedes permanecer siempre bajo el sol.

Siempre y cuando lo desees, puedes encontrar incluso un pequeño resquicio de coraje, para salir de tu situación actual, liberarte de las restricciones impuestas por otros, y ser siempre... tú misma.

Lucía secó sus lágrimas y su mirada se volvió firme.

Decidió que se iría de Casa Vargas, ese lugar que detestaba pero contra el que no podía rebelarse.

¡Y nunca volvería!

Con la decisión tomada, Lucía corrió a su habitación para empacar sus cosas. No tenía muchas prendas de vestir y podía dejarlas, pero necesitaba llevarse los documentos y la tarjeta bancaria donde había ahorrado unos miles de dólares en secreto.

Con ese dinero, podría llevarse a su madre lejos de la Ciudad de la Luz de la Luna.

Pronto, Lucía terminó de empacar, pero justo cuando abrió la puerta, se encontró con el sombrío rostro de Valeria y un fuerte golpe en la cara.

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