El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 566

La gente del campo los evitaba.

Cada vez que Braulio y Lorena sufrían un agravio afuera, lo primero que hacían al llegar a casa era desquitarse golpeando y maltratando de la manera más cruel a su hija Ángeles.

En ese entonces, Ángeles tenía solo tres años y ya tenía su cuerpecito cubierto de moretones.

Su hijo Rubén, imitaba el comportamiento de sus padres y se divertía maltratando a Ángeles.

La vez más grave fue cuando, con apenas tres años, arrojaron a Ángeles al río donde los aldeanos lavaban la ropa.

Si no hubiera sido por un humilde aldeano que pasaba por allí, seguro Ángeles se habría ahogado.

En los sueños, el corazón de Nancy se retorcía una y otra vez, el dolor, la rabia y el sufrimiento se entrelazaban, haciéndola sentir que en ese momento quería correr a abrazar a la pobre Ángeles.

Después de tantas golpizas, Ángeles aprendió a leer el ambiente, y en su tierna edad sentía que ese sufrimiento debía ser por comer demasiado y hacer tan poco, por lo que sus padres no la querían.

Así que casi se encargaba de todos los quehaceres del hogar, con sus manitas y piernitas cortas, subía a una silla para limpiar la mesa, lavar los platos e imitaba a los adultos tratando de lavar muy bien la ropa...

Pero tampoco con eso lograba ganar el afecto de esa pareja.

Cuando Rubén cumplió años, Braulio y Lorena recorrieron todo el pueblo para comprarle un pastel de cumpleaños.

Bajo la luz de las velas, nadie se fijó en la pequeña figura acurrucada con tristeza en un rincón, con sus ojos brillantes llenos de una gran envidia y anhelo.

Pero al final, no le dieron ni siquiera un trozo de pastel.

Rubén, ese demonio travieso, tiró el pastel sobrante al suelo, lo pisó con fuerza y luego se burló de Ángeles, riendo con desprecio: —¿Lo quieres? ¡Ven y lámelo! ¡Tengo aún más en la suela de mis zapatos!

Braulio y Lorena no lo impidieron, sino que, sonriendo, alabaron su hazaña: —¡No cabe duda, es mi amado hijo! ¡Tan joven y ya tan macho! ¡Muy sagaz!

¡Basta, basta ya con todo esto!

Nancy estaba furiosa, odiaba que fuera un sueño, porque no podía simplemente abalanzarse para golpear las caras de esa miserable pareja ni patear la cabeza del niño malvado.

Era como una planta simple trepadora que crecía con fuerza, una máquina que nunca se cansaba, absorbiendo con locura todo el conocimiento que podía aprender.

Todo solo por el deseo de encontrarse con sus verdaderos padres.

Cuando por fin se reencontró con ellos, los padres biológicos que tanto había esperado, ya estaban rodeados de una Paula que era adorada con vehemencia por todos, como una estrella en el firmamento.

El amor y cuidado que había imaginado recibir de sus verdaderos padres, nunca llegó.

Ni siquiera una mirada extra.

A diferencia de los golpes y maltratos de Braulio y Lorena, la preferencia de Nancy y Rafael era simplemente otro tipo de dolor.

Ambos, en esencia, no eran diferentes.

Uno torturaba el cuerpo y, el otro, torturaba el alma.

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