El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 554

Un subordinado empujó la puerta para entrar y colocar el desayuno en la mesa del salón exterior, se inclinó respetuoso y se retiró.

Después de asearse, Ángeles salió y vio el agradable desayuno perfectamente dispuesto, con café caliente y sándwiches acompañados de jamón y tomate picado.

Una vez terminado, Ángeles se limpió la boca y primero se dirige a la puerta de la sala de partos, donde efectivamente Vicente la estaba esperando.

Ángeles se acercó, no dijo nada, pero Vicente la notó de inmediato y extendió su mano para jalarla hacia él —Anoche dijiste que tenías hambre, ¿ya desayunaste?

—Si, ya comí. —Ángeles se tocó la nariz y parpadeó preguntando— ¿Cómo sabías que era yo? ¿Y si te hubieras equivocado de persona? ¿Qué hubieras hecho ah…?

—Imposible. —Vicente levantó una ceja, calmado— ¿Cómo no voy a reconocer a mi propia esposa?

Pues ganaste.

Ángeles no sabía si se ha vuelto loca, pero seguía preguntando —Y si, ¿qué pasaría pues si un día no me reconocieras?

Vicente giró la mirada, realmente consideró la pregunta de Ángeles y luego sonrió negando: —Si eso pasara como dices, entonces tal vez no estaré ciego, sino quizás muerto.

—¡Estupideces!

En ese preciso momento, ni Ángeles ni Vicente sabían que esta pregunta caprichosa y la respuesta, ¡pronto se convertirían en realidad!

Ángeles, alarmada, cubrió la boca de Vicente con su mano, pero él sonrió y la atrapó, besando la palma de su mano.

Ángeles miró fijamente los conmovedores ojos y labios sonrientes de Vicente, cada movimiento, incluso las palabras al azar que decía, siempre lograban tocar su corazón.

No permitiré que sigas ciego.

Ángeles lo dijo en silencio para sí misma.

Curaré tus ojos... ¡no importa lo qué tenga que hacer pero lo hare!

...

Vicente había arreglado con anterioridad a otra persona para cuidar al niño, y pronto Lourdes fue llevada fuera de la sala de partos hacia la sala de maternidad del hospital, y el niño fue colocado junto a ella.

Vicente quería ir a ver a su hermana, Ángeles encontró una pequeña excusa para no seguirlo; si Lourdes la veía, se alteraría aún más, ¿y si empezaba a gritar y a pelear, la verdad terminaría ambos perdiendo?

Vicente, por supuesto, entendía la razón, suspiró y acarició con dulzura la cabeza de Ángeles —Me ocuparé de ello, lamento mucho ponerte en esta difícil situación.

Ángeles lo empujó con dulzura —Ve ya.

Si Lourdes, en un momento de desesperación, lo hubiese soltado a él o le hubiese permitido esconderse para evitar de esta manera tener más conflictos y tensiones, entonces ella sí se sentiría de veras agraviada.

Pero Vicente no lo hizo.

En aquel momento de difícil decisión, él hizo otra elección, el sacrificarse a sí mismo sin nunca abandonarla.

Ángeles suspiró, ¿cómo no iba a sentirse conmovida?

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