Ángeles bajó la cabeza, echó un vistazo a Paula y le dijo fríamente: —¡Suéltame!
—Jejeje, no dejaré que escapes aunque me muera. Si yo no puedo vivir, ¿por qué tú sí? —La expresión de Paula ya estaba distorsionada.
Era una locura nacida de la desesperación.
Era una locura que deseaba arrastrar a todos a su alrededor al abismo.
Especialmente si esa persona era Ángeles, ¡entonces nunca la soltaría!
Si ella no podía estar bien, ¡nadie lo estaría!
Paula reía entre dientes, su rostro antes bello y agradable se tornó siniestro y aterrador debido a su maníaca expresión, y declaró claramente: —Ángeles, tú me empujaste a este estado, me debes, ¡y tienes que pagar!
...
Ángeles pensaba que nunca entendería la lógica de Paula.
Gente como Paula nunca reflexiona sobre sus actos; cuando tienen la ventaja, creen que es la victoria que merecen.
Cuando están en desventaja, culpan a todo y a todos.
¡Siempre es culpa de otros!
Todo el desastre que se han causado a sí mismos, ¡es culpa de otros!
Ángeles entrecerró los ojos y, sin cortesía, pateó fuertemente la cabeza de Paula, quien al sentir el dolor, zumbó en su cabeza, pero después se aferró aún más fuerte al pie de Ángeles.
—Te lo dije, ¡no soltaré incluso si muero!
—Ángeles, solo puedes irte conmigo...
Paula no terminó de hablar cuando de repente soltó un grito de dolor, al clavársele dos agujas de plata en la espalda, y en un instante, toda la fuerza que había reunido se evaporó.
Sus manos se debilitaron involuntariamente y soltaron el pie de Ángeles.
¡Bang!
La linterna de metal frío golpeó la espalda de Ángeles, y el impulso repentino y el dolor hicieron que su cuerpo se tambaleara.
Pero se estabilizó.
Sin embargo, en ese momento crítico, otra explosión violenta sonó arriba, ¡y toda la tierra tembló!
Escalar sin una cuerda de seguridad ya era peligroso, sumado al sudor en las palmas que reducía la fricción, y la inestabilidad en sus manos y pies, junto con el temblor de la explosión, hicieron que se balanceara.
El cuerpo de Ángeles se inclinó hacia atrás rígidamente, y como una mariposa con las alas rotas, cayó en un instante.
—¡Jajaja!
Paula lo vio y no pudo evitar comenzar a reír a carcajadas.
Sin embargo, justo en ese momento, una figura delgada y ágil se lanzó hacia adelante, y en medio del polvo y el temblor de la explosión, saltó hacia abajo y atrapó a Ángeles por la cintura mientras caía.
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