—No, desde aquel lado de la montaña vi una luz moviéndose, y al usar el telescopio descubrí que eras tú, por eso vine corriendo —explicó Vicente.
Así que era eso.
Ángeles asintió, comprendiendo que la luz había sido causada por su linterna mientras huía, algo que nunca imaginó que Vicente notaría.
Esto significaba que, al haber tomado un camino equivocado y encontrarse con esa enorme serpiente que casi le cuesta la vida, había resultado en un encuentro inesperado con Vicente.
Observando a Vicente, no parecía estar gravemente herido. Ángeles lo examinó de cerca y comentó: —Los subordinados que enviaron mensajes desde la selva decían que estabas gravemente herido y desaparecido, probablemente toda la familia Pérez esté en caos.
—Oh, y Lourdes, si se entera, probablemente se llevará un gran susto...
Ángeles notó un cambio en la expresión de Vicente, claramente sorprendido.
Parecía que él no estaba al tanto de esta noticia.
De repente, Ángeles se dio cuenta de algo y preguntó asombrada: —¿No fuiste tú quien envió esa información?
—No.
Al principio, Vicente no había pensado mucho en ello cuando Ángeles le comentó, pero ahora parecía claro que alguien había aprovechado que él estaba incomunicado en la selva para difundir falsos rumores sobre su supuesta desaparición grave.
—Je —La risa de Vicente no alcanzaba sus ojos, fría y sin calor—: Parece que necesito poner orden dentro de mi equipo.
Ángeles reflexionó sobre otro problema: —Si alguien está difundiendo ese rumor falso, seguro que tienen otros planes en marcha, quizás incluso intenten hacer que ese rumor se convierta en realidad...
—Vaya, realmente tienes muchos enemigos —suspiró Ángeles.
—¿Te arrepientes?
Quería pellizcar la cara de Ángeles, pero como sus manos estaban firmemente vendadas, solo pudo tocar suavemente su frente con la suya y soltó una risita: —Dijiste que querías casarte conmigo. Ahora que quieres retractarte, ya es demasiado tarde.
Ángeles chasqueó la lengua de forma juguetona: —Vaya, qué pérdida, realmente quiero devolverte.
No estaba preocupado por otra cosa, solo temía que Lourdes se alterara al saber que él estaba gravemente herido y desaparecido.
Los subordinados asintieron, respondieron respetuosamente y luego se dirigieron hacia el exterior de la selva.
Ángeles, al ver esto, supo que Vicente no planeaba irse.
Ella arqueó una ceja, curiosa, y preguntó: —Entonces, ¿todavía quieres ir a ese lugar del mapa? ¿Al reino legendario donde se dice que hay un tesoro?
Vicente no lo negó, simplemente respondió: —Tengo razones que me obligan a ir.
Ángeles recordaba que Vicente le había contado sobre la leyenda del mapa antes, pero ella nunca lo había tomado en serio, pensando que todo era demasiado incierto.
Lo había tomado como una historia para contar a su futura hija como cuento antes de dormir.
Ahora parecía que Vicente lo decía en serio.
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