El dolor más grande es no poder reparar.
Rafael guardó silencio por un momento, sus ojos también se enrojecieron, y respondió: —No solo tú, yo también, como padre, he fallado a Ángelita.
Ángeles ya se había alejado, no escuchó estas palabras.
Incluso si las hubiera escuchado, no habría mostrado ninguna emoción.
Nancy lloró amargamente, hasta quedar sin aliento. Cuando finalmente se calmó un poco, ¡comenzó a tener fiebre!
Esto no era una buena señal.
Rafael inmediatamente recordó que Nancy, por la sed, había bebido agua de las hojas del bosque lluvioso.
Podría ser que por esa razón, estuviera infectada con bacterias o parásitos.
—Vamos, tenemos que salir rápido, si perdemos contacto con el exterior...
Rafael no quería ni pensar en ello, y tiró de Nancy para marcharse.
El camino que siguieron fue el que Ángeles había indicado, y con la comida y el agua que Ángeles les dejó, podrían aguantar un tiempo.
Según Ángeles, Abelardo ya estaba en camino, si seguían adelante, podrían encontrarse con él y ser rescatados.
En el camino, Nancy, ardiendo en fiebre, se desplomó.
Rafael no tuvo más opción que cargar a Nancy a cuestas, y con dientes apretados, continuó avanzando.
No sabía cuánto tiempo había pasado, el cielo alrededor se oscurecía y el bosque lluvioso se volvía más negro, hasta que finalmente ni siquiera podían ver el camino.
Antes de perder completamente la dirección, Rafael, agotado, cayó al suelo.
En el momento de la caída, protegió la cabeza de Nancy y vio varias luces de linternas al frente, y la figura de Abelardo corriendo hacia ellos...
Estaban salvados.
Rafael sonrió débilmente y perdió el conocimiento tranquilo.
Ángeles se reía de su propio optimismo.
Solo se preguntaba dónde estaría Vicente en ese momento, ¿Hugo y los demás lo habrían encontrado?
Ángeles sacudió la cabeza, despejando cualquier distracción, y se concentró en el camino delante de ella, en caso de que lo que pareciera un montón de hojas fuera en realidad un pantano, pues pisar ahí sería fatal.
Así caminó por más de una hora, hasta que Ángeles se dio cuenta de que se había perdido.
Si no pasaba nada raro, ahora estaba muy lejos de Hugo y los demás, y debido a su desviación al perderse, ni siquiera estaba segura de en qué dirección estaba.
Ángeles se quedó sin palabras.
Genial.
Dado que era así, decidió no continuar y planeó encontrar un lugar seguro y despejado para pasar la noche y esperar hasta el amanecer para seguir su camino.
Pero justo en ese momento, Ángeles oyó un sonido susurrante detrás de ella, ese tipo de sonido... Como el de una pitón deslizándose.
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