El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 497

Asfixia bajo las almohadas y mantas, la sensación de casi morir sofocado, Rafael la recuerda profundamente y nunca la olvidará en su vida.

¡Ni hablar de la profunda decepción y tristeza que sintió!

Su querida hija, a quien había cuidado y amado como a un tesoro durante diecinueve años, ¡intentó matarlo!

Si no hubiera sido por una enfermera que entró a revisar la habitación, ¡él ya estaría muerto!

Al escuchar nuevamente la palabra "papá", Rafael casi vomita, lleno de náuseas, deseando taparse los oídos, furioso exclamó: —¡No me disgustes, no tengo una hija como tú, no mereces llamarte mi hija, lárgate!

Paula, observando sus uñas recién hechas, respondió con una sonrisa: —Papá, ¿por qué guardas rencor?, ¿no es suficiente con una disculpa?

—¡Lárgate!

Rafael, en un impulso, agarró una escoba con la intención de golpearla, pero Paula retrocedió rápidamente y los guardaespaldas vestidos de negro lo inmovilizaron en segundos.

—Intentaba darte dignidad, ¡pero tú no la aceptas! —Paula rodó los ojos, miró hacia la puerta cerrada del dormitorio y ordenó—: ¡Llévenselo!

—¡¿Qué están haciendo? ¡Suéltenme! ¡Suéltenme!

Rafael luchó desesperadamente, pero sus heridas aún no habían sanado, ¿cómo podría igualar la fuerza de unos guardaespaldas tan robustos?

Uno de los guardaespaldas le golpeó en el estómago, provocando que Rafael se doblara de dolor, cubierto de sudor frío.

Justo cuando se llevaban a Rafael, la puerta del dormitorio, que estaba firmemente cerrada, se abrió de golpe y Nancy, despeinada, salió corriendo y abofeteó a Paula.

El sonido de la bofetada fue claro y fuerte, usó toda la fuerza que pudo reunir, haciendo que los pendientes de Paula cayeran al suelo.

—¡Eres una ingrata! Te criamos durante diecinueve años, ¿y así nos lo pagas? ¿Acaso tienes conciencia?

¿Conciencia?

Nancy de repente recordó, antes de la bancarrota de la familia Castro, cuando eran los más ricos de Ciudad de la Luz de la Luna, Paula también era arrogante y despectiva con los extraños y con los sirvientes.

En ese entonces, Nancy no pensaba que fuera algo grave, incluso reprendía a los sirvientes que se quejaban, defendiendo ciegamente a Paula.

Ahora entendía lo doloroso y humillante que era estar del lado de los "pisoteados".

—Si es así, llévenme también, eso debería estar bien, ¿no?

Nancy se enderezó, caminó con la cabeza alta hacia Rafael, empujó a uno de los guardaespaldas y sostuvo a Rafael, que apenas podía mantenerse en pie.

Rafael escupió un poco de sangre y la miró desaprobadoramente, intentando disuadirla de hacer tonterías.

Pero Nancy solo sonrió: —No importa, si es necesario, moriremos juntos.

Paula chasqueó la lengua, hizo un gesto para que los guardaespaldas se llevaran tanto a Nancy como a Rafael.

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