El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 489

La montaña era alta, y escalarla al mediodía, cuando el calor era más intenso, suponía un verdadero desafío.

Ángeles no tenía la intención de llegar a la cima de un tirón, por lo que se detenía a descansar cada cierto tramo, compraba un par de botellas de agua en las máquinas expendedoras, bebía algo y seguía ascendiendo.

La constante práctica y el entrenamiento hacen la diferencia. Hugo, claramente en buena forma física, ascendía sin mostrar signos de cansancio. Incluso, encontró una rama que ofreció a Ángeles como bastón para facilitar la escalada.

Ángeles no la aceptó.

Ella nunca había dejado de entrenar y fortalecer su cuerpo; su resistencia había mejorado significativamente, por lo que escalar la montaña no representaba un gran desafío para ella.

Al llegar a la cima, fueron recibidos por una refrescante brisa.

Ángeles se dirigió primero a la ubicación de la antigua torre que, majestuosa y silenciosa, se erigía impregnada de historia y las huellas del tiempo.

Un poco más allá, encontraron el viejo árbol, robusto y frondoso, cuyas ramas estaban adornadas con cintas rojas y pequeñas placas de madera en variados tonos, que emitían un sonido melodioso al chocar con el viento.

Ángeles se detuvo bajo el árbol y mirando hacia arriba, pidió: —¿Ves esa placa en la parte más alta? Ayúdame a bajarla, por favor.

Hugo, sorprendido por la inusual petición de Ángeles de solicitar ayuda, dio un ágil salto, usando la rama como palanca para desenganchar la placa, la cual atrapó con una mano y entregó a Ángeles.

Ella revisó la placa y confirmó que era la misma que había colgado para Beatriz años atrás. La delicada caligrafía estaba algo desvanecida, pero las palabras aún llenaban cada rincón de la madera.

Recordó cómo Beatriz había cubierto lo que escribía con su mano, concentrada y seria, mientras Ángeles bromeaba sobre su codicia.

Pero el contenido de la misma no tenía nada que ver con Beatriz misma.

Todo era sobre ella.

[Que Ángeles sea feliz y esté segura todos los días.]

[Que Ángeles sufra menos, que alguien la quiera más.]

[Que la vida de Ángeles prospere, no solo mil veces, sino por siempre.]

Era una construcción pequeña con paredes rojas y techo de tejas negras, visiblemente desgastada por el tiempo y los elementos, con pintura descascarada y aspecto deteriorado.

Ángeles subió los escalones que conducían a la modesta iglesia y justo al llegar a la cima, el viento trajo consigo el sonido de las campanillas.

Tintineo, tintineo, tintineo...

Simultáneamente, el celular de Ángeles sonó.

Sin mirar quién era, cortó la llamada de inmediato.

Pero al buscar la fuente del sonido de las campanillas, no vio nada; la iglesia, aunque en mal estado, estaba limpia y despejada.

Sin rendirse, Ángeles rodeó el lugar buscando incesantemente y finalmente irrumpió en la iglesia, sin encontrar rastro de las campanillas.

Hugo, que la seguía de cerca, giraba confundido y finalmente preguntó: —Señora Pérez, ¿qué está buscando exactamente?

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