Además, era algo que Rafael había robado de las manos de Vicente por una coincidencia fortuita.
Cuando Ángeles se enteró de esto inicialmente, amablemente advirtió a Rafael y Nancy que devolvieran el objeto, posiblemente evitando que la familia Castro llegara a la bancarrota.
¿Qué ocurrió después?
Rafael y Nancy adoptaron un método único: fingieron ignorancia para parecer inocentes y, además, enviaron el mapa a una subasta, dejando que todas las partes interesadas lucharan por él.
Creían que, de esta manera, distraerían a Vicente, quien pensaría que el mapa les había llegado por casualidad y, por ende, perdonaría a la familia Castro.
Lo que no sabían es que, en los ojos de Vicente, su acto de disimulo intencionado era tan ridículo como el de un payaso.
Lo más importante es que ¡el mapa que enviaron a la subasta era falso!
Rafael y Nancy esperaban sacar provecho de manera indebida, pero no solo fracasaron, sino que además provocaron un desastre; terminaron siendo la ruina de sí mismos y un blanco fácil para todas las fuerzas circundantes.
Es... Muy difícil de evaluar.
A esta altura, todos creían que el verdadero mapa estaba oculto por Rafael y Nancy, sin imaginar cuántas personas los estaban observando, todas ansiosas por encontrar ese mapa a cualquier costo.
Ángeles le preguntó: —¿Encontraste el verdadero mapa?
—No.
—¿No? ¿Entonces cómo sabes que el lugar al que vas es real y no una falsificación? ¿Qué pasa si es una trampa?
—Por eso necesito buscarlo —respondió Vicente, siempre calmado, pero Ángeles percibió un aire de amenaza en sus palabras—: Lo que contiene ese mapa no puede caer en manos de nadie.
—¿Qué es? —preguntó Ángeles, luego, sintiéndose inapropiada, añadió—: No tienes que responder, olvida que pregunté.
Ella quería evitar sospechas, dado que lo que prometía ese mapa legendario era demasiado tentador.
Justo después de decir eso, Ángeles sintió un dolor punzante en los labios; Vicente la había mordido ligeramente, mostrando su descontento. Ángeles aún no había respondido cuando él soltó una risa y dijo:
—Te lo diré todo. Cualquier cosa que quieras saber, te la contaré.
Pero el mapa siguió circulando, y las coordenadas astrales que figuraban en él eran las que el navegante había dibujado el día que dejó la isla.
Vicente tocó la cabeza de Ángeles y le preguntó con una sonrisa: —¿Qué piensas?
Ángeles, apoyando su barbilla con las manos, aún fascinada, respondió sin pensar: —Es bastante somnífero, lo recordaré para contárselo a mi hija.
Qué buena historia para antes de dormir.
Ángeles juró que realmente solo estaba haciendo un comentario casual, bromeando, ¡sin ninguna intención oculta!
Pero el sonido a su alrededor pareció detenerse.
Ángeles, dándose cuenta tarde, levantó la cabeza y se encontró con los ojos oscuros y cautivadores de Vicente, sombríos, con luces parpadeantes y un aire de misterio profundo.
Como si una emoción turbulenta estuviera surgiendo y a punto de estallar.
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