El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 444

—Papá, papá... escúchame, no es lo que piensas, esto en realidad es...

—¡Paula! ¡Todavía te atreves a mentirme!

Rafael, furioso al pensar que el problemático mapa había sido cambiado de manera secreta por Paula y al recordar el destino de la familia Castro tras la sustitución del mapa, sintió cómo la ira lo consumía lentamente.

Al rememorar el sufrimiento que soportaron y el terrible asedio de la noche anterior, se enfureció tanto que incluso sus dedos temblaban de dolor.

Su querida hija, a quien casi amaba con su propia vida, resultó ser la que más lo había herido.

Si no fuera porque hoy descubrió por casualidad, temía que su hija siguiera fingiendo ignorancia con ellos, viendo a la familia Castro caer en la desesperación sin importarle nada.

—Dame el mapa, ¡dámelo!— Rafael extendió una mano, su voz suficiente para volcar el techo del hospital.

—Papá... no puedo dártelo, es mío...

Aunque Paula se sentía algo culpable, su actitud era firme y reacia, incluso intentaba persuadir por todos los medios a Rafael: —Papá, este objeto es inútil en tus manos, solo yo puedo aprovechar su valor. ¡Por eso no puedo dártelo!

...

Rafael casi escupía sangre de la rabia.

De repente, no sabía de dónde vino la fuerza, se arrancó de una la aguja de la infusión de la mano y corrió directa hacia Paula para recuperar el mapa.

¡Incluso si lo rompía, lo destruía o lo envía, no importaba!

De todas formas, este problema no podía seguir en manos de la familia Castro.

De lo contrario, los problemas que atraerá serán más graves que nunca, ¡las consecuencias son impensables!

—¿Papá?

Paula no esperaba que Rafael intentara arrebatárselo de esa manera, se puso nerviosa y comenzó a forcejear instintivamente.

Pero no importaba cuántas veces preguntara, Paula solo lloraba y le decía desconsolada: —Mamá, lo siento mucho, si hubiera sido más estricta vigilando, no habría dejado que papá hiciera algo así...

Paula estaba visiblemente aterrorizada, con las manos y pies fríos.

Nancy se sentía algo culpable por eso: —Es mi culpa, toda mi culpa. No debería haberlos dejado ni un instante solos para ir a descansar, entonces esto no habría sucedido.

Afortunadamente, la emergencia médica no duró mucho.

Una hora después, la puerta de la sala de emergencias se abrió y el doctor apresurado salió, quitándose la máscara y anunciando, —El paciente ha sido estabilizado, ya no está en peligro mortal.

—¡Qué alivio! ¡Muchas gracias, doctor!

Nancy estaba demasiado emocionada, sin notar la cara ligeramente rígida de Paula a su lado, ni su mirada evasiva y algo vacilante.

Ahora, Paula pensaba, ¿qué iba a hacer...?

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