El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 420

Podría haber aprovechado la ocasión para incriminar a Ángeles, y ella, a su vez, podría haber usado esta valiosa oportunidad para escapar, llevando consigo el mapa hacia esta isla desierta.

¿Quién podía decir que no estaba destinado a ser así?

...

Los días pasaban uno tras otro, y Ángeles seguía tan ocupada, al igual que la clínica. Las botellas de crema cicatrizante y otros respectivos medicamentos para las cicatrices que acababan de ser colocadas en los estantes se vendían como pan caliente.

Si no fuera porque había limitado la cantidad y el número de compradores, tal vez se habría agotado solo de preparar estos medicamentos.

También había terminado con excelencia sus estudios escolares, y aquel conocimiento que había aprendido dos veces le resultaba fácil gracias a su buena memoria.

El Grupo Júpiter había logrado absorber las industrias menos populares de la familia Castro después de su inevitable bancarrota.

La propia empresa de juegos ya había establecido una base impresionante en la industria, y ahora que los negocios se estaban expandiendo a pasos agigantados, probablemente en uno o dos años, el Grupo Júpiter se convertiría en el poderoso Grupo Júpiter de otrora que Ángeles tanto recordaba.

Además, el desarrollo turístico de Villa de los Cielos había comenzado de manera oficial, y aunque el número de visitantes no era muy alto al principio, el lugar en sí era pintoresco.

Pero Ángeles tenía la confianza en que, en el futuro, Villa de los Cielos se convertiría en un destino turístico muy popular.

En realidad tenía muchas cosas de las que debía ocuparse, y así Ángeles permanecía ocupada.

Sin embargo, esto tenía una ventaja: no tenía energía suficiente para pensar en otras cosas ni en otras personas.

Esa noche, Ángeles salió de la escuela y, como siempre lo había hecho, tomó el autobús en la parada.

Era muy puntual; casi cada vez que salía de la escuela, el autobús ya estaba allí.

Solo en raras ocasiones, cuando calculaba mal el tiempo, tenía que esperar más o menos tres o cinco minutos.

La nueva villa ya estaba casi terminada, pero Ángeles no tenía prisa alguna por mudarse allí y seguía viviendo en la casa de alquiler anterior.

El autobús era el último del día y, por lo tanto, no iba muy lleno.

Pero ahora, Marco se veía totalmente desaliñado y frenético, casi fuera de control mientras agarraba a un hombre de mediana edad y le propinaba puñetazo tras puñetazo en la cara.

A cierta distancia, Ángeles alcanzó a escuchar ciertas palabras como "hija" y "dónde".

Se alarmó pensando que quizás su hija había desaparecido.

Con esa idea en mente, Ángeles corrió despavorida hacia ellos.

Al acercarse, efectivamente escuchó a Marco agarrar al hombre de mediana edad y exigirle, —¿Dónde está mi hija? ¿A dónde la llevaron ustedes? ¡Habla hora mismo, o te mato miserable!

No se debe provocar a un padre que ha perdido a su hija.

En ese preciso momento, Marco parecía un lobo feroz listo para desgarrar la arteria de su presa si no obtenía las respuestas que tanto buscaba.

El hombre de mediana edad, golpeado hasta quedar con la nariz y la cara hinchadas como un tomate, empezó a llorar y temblar, diciendo, —Yo en realidad no sé...

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