El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 201

Teodoro estaba confundido, pero jamás pensó sobre ese asunto. Esa misma noche, Nancy tenía que ir a la estética para realizarse una cirugía y él se encargaría de conducir y llevarla justo al lugar indicado, así que simplemente se sentó y continuó comiendo.

Paula esperó durante cinco minutos antes de ver el auto detenerse frente a ella.

El guardaespaldas en la puerta rápidamente abrió el auto, colocando su mano sobre la cabeza de Paula para evitar que se golpeara.

Paula, claramente molesta, se subió al auto y, al ver a Adalberto, comenzó a regañarlo una y otra vez: —¡La última vez que tuviste un accidente casi me matas! ¿No has aprendido tu lección? ¿Cómo te atreves a hacerme esperar tanto tiempo? ¿Quieres perder tu trabajo o qué?

Adalberto, que ya no era tan amable como antes lo solía ser, se Dio la vuelta y preguntó: —¿A dónde vamos?

—...— Paula, como si lo viera visto por primera vez, lo observó detenidamente y dijo con una sonrisa sombría le pregunto: —Te has vuelto tan atrevido. ¿Acaso piensas que no me atrevería a despedirte? ¿O crees que, porque tu esposa me ruegue, no lo haré?

Al mencionar a su esposa, Adalberto se puso muy serio y lo reprendió: —Paula, nosotros simplemente trabajamos honestamente y nunca te hemos causado problema alguno.

—Muy bien, entonces pídele disculpas ahora mismo, o de lo contrario le pasare la carta de renuncia a ambos. Y esta vez, aunque tu esposa se arrodille ante mí, no serviría de nada.

¡Esto era algo típico que Paula podría hacer cuando ella así lo quisiera!

Adalberto se enfureció: —¿Quieres que mi esposa se arrodille ante ti? Paula, te crees muy astuta?

—Hmm.

Paula levantó así la barbilla, con una expresión de desprecio y arrogancia, y como siempre lo hacía, dio una fuerte patada al respaldo del asiento del conductor, ordenando: —¡Deja de hablar y conduce de inmediato!

Las venas del cuello de Adalberto mostraban cierta hinchazón mientras pensaba en lanzar la tarjeta de memoria directamente hacia Paula, solo para ver su rostro lleno de pánico y desesperación.

¡Eso sería extremadamente satisfactorio!

Pero ¿y si Rafael y Nancy la protegían de nuevo?

En cuestión de minutos, Adalberto decidió aguantar un poco más para ver si podía encontrar más evidencia en contra ella. En ese preciso momento, tendría suficiente confianza como para controlar a Paula.

Pero las llamadas siguieron llegando una tras otra, y al ver a Adalberto guardando cosas en el maletero a través del espejo retrovisor, decidió contestar, diciendo enfadada, —¿Qué quieres? ¿No te dije que no me llamaras? ¡Ya te cancelé todo el dinero la última vez que nos vimos!

La voz arrepentida de Rubén se escuchó en el lugar una y otra vez: —Paula, mi querida hermana, el dinero que me diste ya se ha acabado. ¿Puedes enviarme un poco más de dinero? Héctor me está buscando, ¡ya me ha cortado tres de mis dedos! Si me atrapa otra vez, me matará sin duda alguna.

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

Solo de pensar que esta persona era su hermano, Paula se sentía molesta.

—Paula, yo maté a Ángeles por ti, ¡no puedes olvidarte ni por un instante de las personas que te han ayudado!

Rubén no debería haber mencionado este asunto, porque en cuanto lo hizo, Paula se enfureció aún más, —¿Cómo te atreves a hablarme así? ¿Sabías que Ángeles está viva? No solo eso, ¡ella regresó sin un solo rasguño! ¿Y todavía tienes el descaro de pedirme dinero?

Rubén no esperaba que Ángeles hubiera sobrevivido. Recordando aquella noche en la colina detrás de la Villa de los Cielos, pronuncio emocionado, —¡Yo había tenido demasiado éxito, pero todo fue arruinado por un hombre que me lanzó varios metros atras de ese lugar con una patada! Debo haberme desmayado... seguro que fue él quien salvó a Ángeles.

¿Un hombre?

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