El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 180

En el rellano de las escaleras, Vicente la interceptó abruptamente.

—¿Intentas escapar?

Ángeles se quedó momentáneamente desconcertada. ¿Realmente tenía sentido huir? No había cometido ninguna falta.

Con determinación, respondió: —¿Y tú por qué me persigues?

Vicente, mostrando fastidio, replicó: —¿Acaso me seguiría si no huyeras?

Su razonamiento resultaba irrefutable.

Ángeles se quedó sin argumentos. Afortunadamente, algunos transeúntes ocasionales circulaban por las escaleras del hospital, observándolos con curiosidad. Aunque incómodo, era preferible a estar completamente a solas con Vicente.

Al menos aquí no existía aquella atmósfera cargada de tensión.

Ángeles encogió ligeramente los hombros. Recordaba perfectamente la aversión de Vicente al contacto físico. La última vez que accidentalmente había caído en sus brazos, él la había sujetado del cuello con una severa advertencia.

Ella no olvidaba fácilmente. —No intentarás ahorcarme otra vez, ¿verdad?

Vicente guardó silencio, probablemente recordando aquel episodio. Su rostro mostró un instante de incomodidad, pero rápidamente recuperó su habitual compostura y declaró: —Regresaré a Ciudad de la Luz de la Luna.

—¿Y eso qué importa?

¿Lo decía en serio? ¿La había seguido solo para comunicarle aquello?

Ángeles percibió que algo no encajaba. ¿Era realmente necesario que Vicente le informara semejante trivialidad?

Observando su expresión precavida, Vicente frunció el ceño, le extendió un teléfono móvil nuevo con una tarjeta SIM y se marchó sin más explicaciones.

Su esbelta figura se alejó rápidamente, despidiendo un aura de irritación. El ambiente parecía haberse enfriado a su paso.

Ángeles contempló el dispositivo, sumida en sus reflexiones.

Algo había cambiado, aunque no lograba precisar qué.

Al escuchar que Ángeles estaba a salvo, el tío Baldomero soltó un suspiro aliviado y dio varias palmadas en su muslo mientras repetía lo tranquilo que se sentía ahora. Ángeles explicó brevemente cómo la habían rescatado tras ser arrastrada por el agua y que ahora estaba en el hospital. Sin embargo, omitió por completo la existencia de Vicente, diciendo simplemente que alguien la había sacado del agua y la había llevado al hospital.

Cuando terminó de contar lo sucedido, Ángeles apretó el teléfono en sus manos y preguntó: —Tío Baldomero, ¿dónde está mi abuela Alzira?

Del otro lado de la línea, de repente no se escuchó nada.

El rostro de Ángeles cambió, y volvió a preguntar con más insistencia: —Tío Baldomero, ¿dónde está mi abuela? ¿Por qué ella no contestó mi llamada?

Después de un breve silencio, una larga y pesada exhalación rompió la quietud.

—Ángeles... te voy a pedir que te mantengas tranquila cuando te diga esto. Esta tarde, la abuela Alzira tuvo un ataque... y... y ya se fue.

Una hora después, Ángeles llegó apresurada al Pueblo de los Cielos.

Bajó del taxi a toda prisa y corrió hacia la casa de su abuela Alzira. Para entonces, ya había mucha gente reunida tanto dentro como fuera de la casa. Desde la entrada, podía escucharse el llanto de los presentes.

Ángeles retrocedió de golpe un paso.

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