El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 156

Dado que él había llegado a la Villa de los Cielos, era muy probable que hubiera hecho algún trato con Paula. De otro modo, ¿cómo se atrevería a actuar con tanta prepotencia y descaro?

Ese trato, sin duda, debía estar relacionado con enfrentarse a ella.

¡Perfecto!

Rubén seguramente pensó que un lugar tan alejado como la Villa de los Cielos sería el sitio ideal para cometer un asesinato y hacer desaparecer a alguien.

Qué coincidencia.

Ella pensaba exactamente lo mismo.

Ángeles soltó un par de risas frías, ocultando en su interior el leve destello de su intención asesina, y respondió a Zenón: —Está bien, hermanita ya lo sabe.

Zenón, feliz de haber cumplido con su encargo, regresó dando pequeños saltos mientras cargaba comida en sus manos.

...

Por la tarde, el entrenamiento especial que estaba programado para una hora específica seguía sin comenzar. El subdirector, quien estaba a cargo del grupo, frunció el ceño mientras trataba de entender la situación en la Villa de los Cielos, ya que ahora enfrentaba un dilema.

La escuela había organizado esta actividad para donar recursos y dar apoyo a una escuela primaria en una zona marginal. Sin embargo, la Villa de los Cielos no se parecía en nada a lo que decían los informes previos: la escuela local era luminosa, moderna y completamente diferente a las condiciones de pobreza que esperaban encontrar.

Es decir, este lugar no necesitaba ni apoyo ni donaciones.

Eso complicaba las cosas.

El jefe del pueblo de Villa de los Cielos sonrió y dijo amablemente: —En efecto, nuestro pueblo no necesita donaciones. Agradecemos mucho la intención, pero hay lugares que lo necesitan más que nosotros. ¿Qué tal si mejor llevan estas cosas a ellos?

El subdirector, todavía preocupado por cómo proceder, reaccionó rápidamente al escuchar esta sugerencia y preguntó: —¿Hay algún otro pueblo cercano?

—Sí. Detrás de esta montaña hay un pueblo llamado Agua Dulce. Allí solo viven dieciséis familias, y la pobreza es muy evidente. En la montaña tienen una pequeña escuela primaria, pero solo hay un maestro que enseña a veintidós estudiantes de diferentes edades.

A las dos de la tarde, todos los estudiantes se reunieron, y junto a un grupo de hombres fuertes de la Villa de los Cielos, comenzaron a descargar los materiales de los dos camiones. Luego, cada quien cargando, levantando o arrastrando lo que podía, emprendieron una marcha en fila por el sendero de montaña para llevar la ayuda a Agua Dulce.

Desde la cima de la montaña, el grupo, con toda su actividad, parecía una colonia de hormigas transportando provisiones.

Ángeles también formaba parte de la fila.

Cargaba dos bolsas grandes llenas de ropa. Eran pesadas, y después de caminar una buena parte del camino, los brazos le dolían tanto que apenas podía levantarlos.

A propósito, aunque disimuladamente, Ángeles fue quedándose al final del grupo.

Ella sabía que Rubén estaba justo detrás de ella.

Solo quedaba esperar para ver si él se atrevía a actuar.

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