Tras el primer impulso de asesinar, Vicente mantuvo el rostro impasible y llamó a sus hombres.
Al observar el evidente desastre en la escena, que claramente revelaba que había sucedido algo indescriptible, sus subordinados evitaron cualquier contacto visual directo, con una expresión de asombro.
El señor Vicente, conocido por mantenerse siempre lejos de las mujeres, ¡había... tocado a una mujer!
Con su habitual tono frío y opresivo, Vicente ordenó: —Encuentren a esa mujer.
Él siempre cumplía su palabra. Si dijo que compensaría, entonces lo haría.
En cuanto a Ángeles, quien se atrevió a planear algo contra él...
Je, je.
¡Estaba condenada!
—Entendido, señor Vicente —Sintiendo la fría y aterradora aura que emanaba de Vicente, los hombres se inclinaron en señal de obediencia y salieron rápidamente a cumplir la orden.
...
Ángeles, siguiendo el camino que había tomado la noche anterior, logró regresar al vestidor donde había cambiado su ropa. Allí recuperó sus prendas, su celular y su pequeño estuche de agujas.
En cuanto a la costosa chaqueta de Vicente, que había usado de manera improvisada, la dejó, junto con un mantel, en un cesto de ropa sucia al pasar.
Durante todo el trayecto, no vio a ningún miembro de la familia Aguilar ni a sus guardaespaldas.
No tenía idea de cómo había terminado aquella fiesta la noche anterior.
Impulsada por la curiosidad, Ángeles detuvo a una señora que estaba limpiando y decidió preguntar por los chismes del evento.
Apenas comenzó a preguntar, la señora dejó la fregona y, emocionada, empezó a hablar sin parar:
—¡Ay, niña, le has preguntado a la persona indicada! ¡Ayer estuve aquí y lo vi todo con mis propios ojos!
Gracias al vívido relato de la señora, Ángeles se enteró de que, después de su huida, los guardaespaldas enviados por el señor Pedro no lograron encontrarla. Tampoco pudieron traer de regreso a Óscar, quien estaba cuidando a Paula en el hospital.
Como resultado, los dos protagonistas del compromiso no aparecieron.
El señor Pedro estaba furioso. La fiesta de compromiso, obviamente, no pudo llevarse a cabo, pero como había tantos invitados, el espectáculo de drones programado, junto con el show de fuegos artificiales, se realizó según lo planeado.
Más tarde, cuando los invitados comenzaron a retirarse poco a poco, el señor Pedro finalmente no pudo soportarlo y, enfurecido, escupió sangre antes de ser llevado al hospital.
—¿Ah? ¡Qué pena!
...
Tras el bloqueo de Eterno Amor, nadie podía entrar ni salir.
En una de las habitaciones, una joven, sin ropa, susurraba al celular: —Deyanira, ¿ya compraste la ropa? ¡Son casi las nueve y todavía tengo que ir al casting!
—Sí, la compré, pero no sé qué está pasando adentro. Bloquearon todo y no me dejan entrar.
Al otro lado de la línea, Deyanira sonaba molesta mientras se quejaba: —Ese director Amadeo tiene unos gustos bien raros, ni siquiera te deja una prenda de repuesto.
—¡Si llegas tarde al casting, ni siquiera conseguirás un papel secundario!
—Ya, ¿de qué sirve quejarse ahora? Al menos... —La joven dejó escapar una risa amarga—. El papel de la tercera protagonista ya está asegurado con Amadeo.
Hubo un breve silencio en la línea antes de que Deyanira suspirara: —Bueno, Berenice, no pienses en eso ahora. Todo mejorará. Lo más importante es que encuentres algo de ropa para salir de ahí. Yo estoy esperando afuera.
—Entendido.
Tras colgar, Berenice frunció el ceño, tomó una sábana y la envolvió alrededor de su cuerpo. Con cuidado, salió de la habitación...
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: El Regreso de la Heredera Coronada