El CEO se Entera de Mis Mentiras romance Capítulo 456

Alberto sostenía la taza y bebía tranquilamente un sorbo de agua tibia.

El agua tibia se esparció en su boca y, mientras se deslizaba y pasaba por su prominente garganta.

Antes no sabía que ella era La Invencible, pero ahora que lo sabía, ¿por qué había venido a su lado?

En Harvard, se tomó una foto con él.

Después de que él quedara en estado vegetativo, ella abandonó en su punto máximo su carrera para casarse con él y dedicarse por completo a las labores del hogar. ¿Cuánto le gustaba él realmente?

Alberto revisó uno a uno todos sus recuerdos y no recordaba haberla conocido; no la reconocía.

¿Cuándo comenzó a gustarle a él, qué causó esos sentimientos?

Eso quería preguntarle.

Siempre había sentido que algo había sucedido entre ellos en el pasado, pero lo había olvidado.

La alta y atractiva figura de Alberto estaba teñida de melancolía y desolación.

...

Raquel estaba cenando y Luis preguntó: —Raquelita, ¿qué quería el jefe Alberto contigo hace un momento?

Raquel tomó un bocado de camarones y despreocupada respondió: —No lo sé.

Laura intervino: —Señor Luis, no se preocupe usted por el jefe Alberto; además de Ana, él tiene un excelente trato con las mujeres. Con solo mover un dedo, muchas caen rendidas a sus pies. Es mejor que Raquelita mantenga su distancia.

Camila estaba de acuerdo con Laura: —Exactamente, Raquelita es la famosa La Invencible. Muchas personas desearían ver a La Invencible al menos una vez pero es difícil, sin embargo, Raquelita ha estado cuidándolo durante tres años. Esa suerte solo la tiene él, y aún así no la ha valorado.

Raquel levantó orgullosa su copa: —No hablemos más de él. Ahora solo quiero vengar a mi padre. Vamos, brindemos por eso.

—Salud.

—Raquelita, estás bebiendo leche, ¿no? Estás embarazada, no deberías beber otra cosa.

Camila, en la planta baja, presionó el botón para contestar la llamada: —Alberto, buenas.

La voz de Alberto sonaba fría al otro lado del auricular: —¿Por qué solo bajaron ustedes dos? ¿Dónde está Luis?

Camila levantó despreocupada una ceja: —Alberto, hablas del señor Luis, ¿eh? Él no bajó. Esta noche, el señor Luis va a quedarse en casa de Raquelita.

Los dedos largos de Alberto se crisparon, agarrando furioso el celular.

Camila continuó: —Alberto, ¿qué te sorprende? Ahora el Señor Luis y Raquelita están saliendo. Es bastante normal que vivan juntos. ¿No crees?

Dicho esto, Camila añadió con sarcasmo: —Alberto, tú muy tranquilo puedes ir a buscar a Ana, ¿no es así? Entre Raquelita y Ana, elegiste firmemente a Ana. ¡Dejaste a Raquelita y al niño atrás!

¿Niño?

Esa palabra golpeó un nervio sensible en Alberto, y lo captó de forma aguda: —¿Qué niño?

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