En la mañana del día siguiente, Jenna aún estaba en un trance cuando iba a trabajar en la Corporación Richards.
Aun así,se puso la falda formal de la corporación, se recogió el pelo en un moño alto y se puso los tacones altos de color claro.. Ella sabía que a Hansen le gustaba cuando se ponía los tacones altos de este color, porque hacía que sus hermosas piernas se vieran estilizadas y femeninas; todo su cuerpo era rozagante, parecía un caramelito.
La puerta de la oficina se abrió levemente, Jenna pensó que era un poco extraño, estaba segura de que había cerrado la puerta al salir del trabajo el día anterior.
Empujó y abrió la puerta. Cuando levantó la cabeza, lo que vio la dejó pasmada: Una mujer de unos cuarenta años, sin arrugas en el rostro y vestida de manera exquisita, apareció ante ella; llevaba puesto un vestido encantador de color azul claro, estaba sentada en el sofá mientras leía un periódico con elegancia. Se movía con gracia y se veía muy sofisticada.
"Mamá... Tía..." Exclamó Jenna, jamás habría esperado que la madre de Hansen, Marissa Sotomayor, hubiera venido a la corporación a primera hora de la mañana y que además estuviera sentada en su oficina, parecía que venía a buscarla.
En este momento, Jenna recobró el sentido. "Ella no estaría aquí, tan temprano, por un problema menor”, pensó en su corazón, sintió un escalofrío.
Jenna podía sentir que todo el cuerpo de Marissa destilaba desprecio hacia ella, a pesar de que solo estaba sentada. Ella siempre había mostrado resentimiento y disgusto hacia Jenna y ni siquiera se molestaba en tratar de ocultarlo. Siempre había estado ansiosa por acosar a Jenna, daba la impresión de que cuanto más la lastimara, más feliz sería.
Jenna se sintió afligida e incómoda, pero, ahora que se había divorciado de Hansen, ¡ya no tenía que actuar de acuerdo con la voluntad de Marissa!
"Tía, veo que llegaste a mi oficina temprano en la mañana, ¿debes tener algo importante que decirme?" Por cortesía, Jenna dejó la bolsa en su mano, sirvió un vaso de agua y se lo entregó a Marissa con una sonrisa en su rostro.
Marissa no tomó el vaso. Cerró el periódico y miró a Jenna con ojos penetrantes. Ella señaló el sofá frente a ella y le indicó que se sentara.
Jenna se sentó tranquilamente porque no tenía nada por lo que sentirse culpable.
"Ustedes dos ya se divorciaron", dijo Marissa palabra por palabra como si le estuviera dando a Jenna un recordatorio deliberado, su tono de voz era tan frío que atravesó a Jenna con un escalofrío que había recorrido la espalda. Jenna forzó una sonrisa en su rostro y respondió: "Lo sé".
"Mm, eso es bueno", dijo levemente Marissa, y de repente su tono se volvió áspero: "Bueno, y si ya lo sabes, ¿por qué sigues trabajando en la Corporación Richards? Si mal no recuerdo, no hay nadie en esta empresa que te trate bien, ¿cuál es el punto de seguir haciéndolo?"
"¡Hmph! ¡Al menos tiene algo de conciencia de sí misma!" Marissa se burló en silencio.
La sonrisa contundente de Jenna se desvaneció y su expresión iba cambiando a cada instante. Cuando volvió a hablar, había una sonrisa fría en su rostro, dado que Marissa había revelado su motivo para estar allí, no había necesidad de fingir nada más.
"Tía, creo que deberías preguntarle a tu hijo. Él fue quien me pidió que viniera", respondió Jenna con frialdad.
"No uses a Hansen conmigo, él no puede resistirse a tu tentación, pero yo si puedo, mi mente está muy clara". Cuando escuchó el nombre de Hansen, al rostro de Marissa ya no le quedaba alguna amabilidad.
"Déjame decirte que la Corporación Richards es el fruto del sudor y la sangre del padre de Hansen y mío, no permitiré que nadie lo destruya. Si quieres hacer algún tipo de truco, tendrás que pasar por encima de mí". El rostro de Marissa estaba rígido y sus palabras eran tensas.
Jenna se sentía agobiada, El aire frío era como escarcha, tan frío que alguien se estremecerá tan pronto como lo tocara. Respiró hondo y miró a Marissa. "Tía, ¿estás diciendo eso porque tienes cargo de conciencia? Hansen me paga un salario y yo trabajo para la empresa por el dinero, cómo lo haría cualquier persona. No hay nada de malo en eso. Lo único que haces es tener pensamientos negativos de todo el mundo. ¿De verdad piensas que todos somos tan obtusos como tú?" Jenna replicó sin piedad.
Vio que cada grieta en el delicado rostro de Marissa luchaba por contener su ira; su rostro estaba sonrojado y sus ojos muy abiertos. Marissa gritó: "Jenna, no creas que la Corporación Richards te va a suplicar algo solo porque sabes una o dos cosas sobre diseño de automóviles. Déjame decirte que tenemos tanto dinero que no nos interesa el que pueda traer de una maldita mujer como tú. Hansen te contrató únicamente porque eres una mujer codiciosa y superficial, de esas de las que uno se puede deshacer con algunos centavos. Pero yo no soy como él, si cometes al menos un pequeño error, yo misma te mandaré a la calle".
"¿De verdad?" Jenna no podía evitar reírse a carcajadas, aunque con rabia. "Tía, me parece que sigues siendo tan moralista como siempre, todavía piensas que todos en el mundo tenemos que ser tus esclavos". Marissa había cruzado la línea cuando se atrevió a llamarla una maldita mujer. Mirando su rostro enrojecido, Jenna de repente sonrió y dijo: "Anciana, ¿Quién te crees para llamarme así? ¿Piensas que eres muy noble? ¿Crees que eres inteligente? Bueno, a la abuela tampoco le caes bien, en sus ojos, ella nunca te ha tratado como una persona digna, así que, ¿quién eres tú para llamarme una maldita mujer?"
Jenna pensaba en lo desafortunada que era por estar sufriendo tanto enojo en la mañana. Parecía que Hannah tenía razón, no debería haber ido a trabajar a la Corporación Richards; Lo único que hacía era buscar problemas.
"Tú ..." Jenna había tocado el punto débil de Marissa, estaba tan enojada que todo su cuerpo temblaba, no había nadie en el mundo a quien Marissa le tuviera tanto miedo como a la abuela de Hansen. Era bien sabido que no se llevaban bien; incluso llegaron a los titulares en el pasado.
En ese entonces, debido a la abuela de Hansen, Trevor Richards la abofeteó, esa había sido la única vez que discutieron como marido y mujer. Por esa razón, Marissa no tenía una buena impresión de su suegra. Jenna había hurgado en sus viejas cicatrices, el pasado aparecía en su mente, el rostro de Marissa rezumaba ira.
Jenna ya no era la mujer que podía ser intimidada fácilmente, estaba sentada en silencio, sus ojos estaban tan fríos y tranquilos como el agua.
Marissa estaba acostumbrada a ser mimada, lo único que escuchaba eran elogios. Pero cuando Jenna la provocó, sintió como si la tierra comenzará a girar más rápido.
"Mamá, ¿qué pasa?" Una figura roja apareció por la puerta, Aria McAdams entró a toda prisa, al ver que Marissa no se veía bien, se apresuró a ponerse en cuclillas a su lado y preguntó con preocupación.
"Aria." El rostro tenso de Marissa se suavizó de inmediato al verla. Señaló a Jenna y dijo enojada, como si hubiera llegado su salvavidas, "Es bueno que estés aquí, Aria, esta maldita mujer tuvo las agallas de insultarme".
"Mamá, eres una persona muy noble, no es necesario que discutas con este tipo de personas, ni siquiera te molestes, tu salud es más importante, todavía quiero estar ahí para ti en el futuro", Aria se apresuró a acariciar la espalda de Marissa con su mano mientras la calmaba con una voz suave, la trataba con gentileza y consideración, en su rostro siempre tenía una sonrisa.
Marissa sonrió de inmediato, "Aria, eres tan amable y considerada, cada vez que te veo, me siento mucho mejor. Por cierto, ¿está Hansen aquí? Quiero discutir los detalles de tu matrimonio con él hoy mismo".
"¿De verdad?" El rostro de Aria se iluminó. Parecía bastante sorprendida, sus ojos brillaban.
Marissa tomó la mano de Aria con amor, le dio una palmada en el hombro y dijo con una sonrisa" ¡Por supuesto, sería una bendición para Hansen tener una esposa tan virtuosa y considerada!". Al mirar nuevamente a Jenna, que estaba sentada allí con indiferencia, su rostro se oscureció de nuevo.
Jenna ya no aguantaba más estar sentada, Se puso de pie, ya estaba lista para irse.
"Espera, Jenna," Aria hacía todo lo posible por complacer a Marissa, al ver que Jenna estaba a punto de irse, se puso de pie rápidamente y gritó: "Jenna, ¿cómo te atreves a ofender a la madre del presidente? Solo eres un miembro del personal de la empresa, ¿cómo te atreves a ser tan grosera? Eso ya es ir demasiado lejos. Cómo vicepresidente de esta corporación, le exijo oficialmente, que se disculpe con mamá".
Aria gritó con dureza, su mirada era agresiva.
¿Pedir disculpas? Jenna pensó que eso era una ridiculez. Ella no había hecho nada malo. Marissa la había insultado tan pronto como la vio entrar en la oficina, ahora Aria le exigía que pidiera disculpas. ¿De verdad creía que era una presa tan fácil?
"¿Por qué debería disculparme? Esta es ahora mi oficina, y ustedes son las que vinieron aquí a armar una escena. ¿Y ahora quieren que me disculpe? ¿No es eso ridículo?" Jenna se volvió con una cara llena de burla.
"¿¡Cómo te atreves, Jenna!? Eres demasiado grosera. No asumas que sólo porque tienes el respaldo de Hansen, puedes hacer lo que quieras en la compañía. Eres tan insolente que ni siquiera respetas a su madre". La mirada de Aria brillaba con una luz perspicaz. Había decidido hacer énfasis en el papel de Marissa como anciana, lo que la enfureció nuevamente.
Jenna los miraba con frialdad.
Hansen nunca le había creído, así que no sintió la necesidad de justificarse.
Si Hansen aprovechaba esta oportunidad para alejarla, le pediría los dos autos de lujo Pagani que le había prometido antes.
Aunque los dos coches eran caros, no eran tan valiosos. Para Hansen sería pan comido dárselos, ¡siempre que estuviera dispuesto!
Jenna estaba lista para irse, de hecho, ya no quería estar allí.
"Madre, esto es una oficina, solías ser la líder de esta empresa, deberías hacerme saber si quieres venir. ¡No se ve bien si armas un alboroto en una oficina del personal!" Hansen apartó a Aria con la mano y se acercó a Marissa con una mirada de impotencia en el rostro.
"Hansen, ¿me estás culpando?" Marissa se sintió contrariada cuando escuchó lo que le dijo su hijo. Con una mirada fría en su rostro, colocó el periódico en la mano de Hansen y expresó enojada: "Mira, ¿qué dice aquí? Si no fuera por estos chismes, no habría corrido aquí con tanta prisa, estaba preocupada por ti y por la corporación".
Marissa respiró con dificultad y miró a Jenna con rabia.
Hansen abrió el periódico con desconfianza. Lo que vio lo puso pálido.
En los titulares de las noticias de entretenimiento, había una foto de Rayan Whalen sosteniendo a Jenna en sus brazos íntimamente. Un guapo Rayan, mirando a la mujer a su lado con afecto, con sus brazos sobre sus hombros, como si temiera que ella saliera lastimada.
El delicado cuerpo de la mujer estaba casi completamente cubierto en sus brazos, e incluso tenía una sonrisa feliz y dulce en su rostro.
Detrás de ellos estaba el Café Gently.
Los ojos de Hansen ardían de ira, unas venas azules sobre salían de su frente. Arrojó el periódico frente a Jenna con fiereza, su mirada era tan penetrante como un rayo.
¡Jenna miró hacia abajo y se quedó atónita!
Su foto con Rayan era tan llamativa que su rostro se puso rojo en un instante. Sólo entonces supo lo que Marissa estaba leyendo en el periódico cuando entró por primera vez a la oficina.
Jenna entonces recordó que cuando Rayan la siguió fuera del café la noche anterior, había mucha gente allí. A Rayan le preocupaba que la gente se tropezara contra Jenna, era por eso que la había protegido con su alto cuerpo. En ese momento, Jenna nada más había sentido un destello de luz blanca, pero no le dio importancia. Ahora que lo pensaba, alguien debió tomarles fotos en secreto.
La portada de las noticias de entretenimiento tenía un enorme título rojo que decía claramente: "El empresario más rico del mundo, Rayan Whalen, y la exesposa de Hansen Richards, Jenna Murphy abrazados íntimamente".
Jenna de repente se sintió mareada. Toda su fuerza se había agotado durante la última discusión. Decidió cerrar los ojos, no quería molestarse con esta noticia.
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