Savannah miró a Jens con desconfianza mientras una inexplicable sensación de ansiedad llenaba sus ojos. Ella murmuró: “Solo recuerdo que mi maestro dijo que mi verdadero destino es alguien frío y que nunca sonríe. Ya que el hermano de Jens tiene una personalidad alegre y animada, está claro que no es el que busco”.
Whitney sonrió y dijo: “Pequeña, ni siquiera has conocido a Jens antes de esto, ni has visto a Bebé Robbie. Simplemente escuchaste de tu maestro que tu príncipe azul es un hombre frío y duro. ¿Has pensado alguna vez que tal vez tu maestro esté equivocado? Después de todo, el destino no es algo estático. Puede cambiar con el tiempo”.
Savannah dijo con seguridad: “Mi maestro tiene una gran moral y es virtuoso. Jamás me mentiría”.
Jens se quedó a un lado mostrándose impotente.
Whitney decidió apartar a Jens y le susurró: “¿Crees lo que dice, Jens?”.
Jenson se limitó a decirle tal y como era: “La verdad es que es algo extraño. Ella ha tenido razón en varias ocasiones”.
Whitney nunca creería en el pequeño argumento de adivinación predestinada de Savannah. En su opinión, ella y Jens eran novios de la infancia, por lo que eran el uno para el otro.
Savannah intentaba separarlos, pero Whitney nunca dejaría que lo consiguiera.
Hubo un destello en los astutos ojos de Whitney mientras le decía a Jens: “Pues, no lo creo. Tengo que ir a buscar al maestro de Savannah y averiguar qué tan seguro está ese viejo adivino. Está claro que anda por ahí estafando a la gente”.
Whitney volvió a acercarse a Savannah y se cruzó de brazos antes de preguntar: “Niña, ya que tu maestro es tan increíble, me pregunto si puedes referirme a él. Tengo una pregunta difícil que me atormenta y esperaba que tu maestro pudiera resolvérmela”.
El rostro de Savannah parecía afligido. “Mi maestro se ha refugiado en la vida religiosa. No verá a nadie en circunstancias normales”.
Whitney comenzó a burlarse de ella en respuesta: “¡Bah! Ya que tu maestro es una persona tan religiosa, debería salvar a los que estamos confundidos. Si él no está dispuesto a recibir visitas, tal vez sea un charlatán que alardea de sí mismo”.
Savannah se puso furiosa y gritó: “¡No debes hablar mal de mi maestro! Si tanto quieres verlo, ¡le pediré consejo a mi maestro con anticipación y te daré una respuesta muy pronto!”.
Roxie estaba acostada en la cama del hospital. Al ver a Angeline tan afligida por ella, inexplicablemente sintió calor en su corazón.
“Mami…”, ella susurró.
Angeline se acercó a Roxie con los ojos enrojecidos.
Roxie secó las lágrimas de Angeline y le dijo suavemente: “No estés triste, Mami. Esta es mi vida y no hay que culpar a nadie por ello”.
Angeline la abrazó, acarició su frágil espalda y la consoló: “Roxie, Mami no renunciará a encontrar una forma de tratarte, así que debes prometerme que nunca te rendirás de ti misma”.
Roxie asintió. “No te preocupes, Mami. He experimentado mucho sufrimiento en esta vida. En comparación con la primera mitad de mi vida, ahora soy increíblemente feliz. Nunca he renunciado a vivir antes, y definitivamente no me rendiré ahora”.
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