Amor, Dulce Amor romance Capítulo 190

Los cuatro hombres la miraron desconcertados. "¿Qué es lo que pretendes? ¿Por qué se necesitan tantos 'Me gusta'? ¿Y si a nadie le gusta la publicación?", preguntaron uno tras otro.

La verdad es que a Sigrid no le importaba si el video tendría o no suficientes 'Me gusta', ya que después de todo, solo era un juego. Ella no iba a monitorear la cantidad de reacciones ni la hora en que eliminaran la publicación.

Después de cambiarse de ropa, Edward sacó los tacones de debajo de la almohada y fue a ponérselos a Rebecca.

Sin embargo, tan pronto como le levantó la falda, vio las esposas en sus tobillos...

'¡Qué c*rajo! ¡Vamos!... ¿qué es esto?', gritó internamente.

"Querido novio y padrinos de boda, por favor... ¡Busquen la llave!". Los labios de Sigrid se curvaron en una sonrisa inocente. "La llave apenas mide dos centímetros de largo. Es muy pequeña y está en esta habitación. No está en el armario, ni en la cama, ni encima de ninguna de nosotras".

Mientras tanto, Rebecca y las otras damas de honor ardían en curiosidad sobre el paradero de la llave. Como Sigrid la había escondido personalmente, era la única persona que sabía dónde estaba.

De inmediato, los padrinos de boda comenzaron a derribar los adornos de la hermosa habitación de Rebecca para buscar la llave.

Por su parte, George miró cuidadosamente alrededor, pero tampoco tenía idea de dónde Sigrid habría podido ocultarla.

Entonces se acercó hasta ella y le preguntó en un susurro: "¿Dónde la escondiste?".

Ella lo miró y respondió con altivez: "¡No voy a decirte!"

George soltó una carcajada. "¡Eres una chica de mente muy tortuosa!"

Tal vez eso fuera cierto, porque después de un tiempo, por más que se esforzaron en buscar, nadie pudo encontrar la llave. Dejaron toda la habitación patas arriba, pero la llave no estaba por ningún lado.

"¡Oye, Sigrid!, ¿dónde escondiste las llaves?", preguntó Rebecca un tanto molesta. ¿Esa pequeña p*rra las tendría escondidas encima y quería engañarlos a todos?

La cara de Sigrid reflejaba la más pura inocencia cuando respondió: "¿Cómo puedo decírtelo?".

"Te transferiré más dinero, ¡dime dónde está la llave!", le pidió Edward muy ansioso. Si seguían así, pronto sería la una.

Sigrid reflexionó por un momento antes de sacar una hoja de papel de la canasta detrás de ella. "Vamos, arrodíllate frente a mi hermana y lee este voto. Luego, fírmalo y pon la fecha en él. Así es como podrás obtener la llave".

Súbitamente, Rebecca se dio cuenta de que Edward todavía no había hecho su voto. La habían sorprendido al dejarlo para el final.

Edward tomó la hoja y fue hacia Rebecca, se inclinó hacia ella y se puso sobre una rodilla para recitar: "Mi queridísima esposa, de ahora en adelante, tu deseo es mi mandato..."

El joven pasó un minuto leyendo el voto en voz alta. Después de eso, lo firmó y escribió la fecha, entonces Sigrid dijo: "La llave está pegada en las decoraciones de la puerta".

Edward la miró asombrado, porque había buscado la llave sin éxito en ese lugar.

Entonces el padrino que estaba más cerca de la puerta derribó las decoraciones y así descubrió dos pequeñas llaves pegadas atrás. Como las decoraciones tenían relieves, no resultaba fácil adivinar que estaban allí.

Edward sentía que su sangre estaba hirviendo a causa de la furia. Sin embargo, rápidamente tomó las llaves, le quitó las esposas a Rebecca y enseguida la ayudó a calzarse los tacones.

Sigrid no estaba interesada en el vestido de novia de Rebecca ni en su maquillaje, por lo que fue directamente al salón de bodas con George.

En la entrada del salón más espacioso del hotel se podían ver una cascada artificial y un jardín, adornados con hermosas bombillas. Adentro estaban dispuestas ochenta y ocho mesas, cada una con capacidad de albergar hasta doce personas y en medio de todo, un escenario elegantemente decorado.

Sigrid y George se sentaron a la mesa familiar y como todavía faltaba un gran número de invitados, por fin ella pudo tener una buena charla con George.

"¿Qué te parecieron los juegos? ¿Fueron divertidos? ¡Dejé en ridículo a Edward!", exclamó mientras levantaba la barbilla con una expresión de orgullo.

George se rio entre dientes y la elogió: "Muy impresionante". Aunque casi de inmediato añadió: "Ahora me preocupa el día de nuestra ceremonia... ¿Terminaré como Edward?"

Ciertamente, él no iba a ponerse un uniforme de niña para bailar ni a participar en ninguno de esos juegos desagradables.

Sigrid pensó por un momento y después le sonrió un tanto incómoda. "De hecho, fui yo quien planeó todo. Rebecca en realidad no contribuyó para nada. El día de nuestra boda, Rachel debería estar a cargo de los juegos, puesto que yo tendré que estar del lado bueno".

George contestó con un suspiro: "¡Fui yo quien le dijo que su prometido era Cyrus!". La verdad es que, si él no lo hubiera hecho, ¡Rachel habría tardado una eternidad en averiguarlo por su cuenta!

Sigrid asintió: "Lo más seguro es que no te ponga las cosas difíciles. Pero si desde ahora tratas de crear más oportunidades para que Rachel y Cyrus pasen más tiempo juntos, tal vez ella te deje en paz el día de nuestra boda".

A George le pareció una sugerencia de lo más acertada. Todo lo que tenía que hacer era hablar con el agente de Rachel y organizar más oportunidades para que ella interactuara con Cyrus.

A eso de las cinco de la tarde, los demás invitados comenzaron a llegar. Los primeros en hacerlo fueron los familiares de los novios. Más tarde, acudió un grupo de alrededor de veinte personas, todas pertenecientes a la industria del entretenimiento.

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