Justo entonces, el tono insistente del Abuelo Lu sonó al otro lado del teléfono. “¡¿Por qué no le estás pidiendo a Yiran que corra a la estación de policía a retirar el caso para que nuestro hijo mayor y todos los demás puedan ser liberados?!”.
“¿Liberados? ¿Por qué deberían ser liberados? Ellos han cometido un acto tan vil, ¡deberían ser encerrados por el tiempo que lo merezcan!”.
“¡Son tus propios hijos! ¿Tienes que hacer esto por alguien que no comparte nuestro nombre familiar?”.
“¿De qué hablas? ¡Es la hija de mi hija! ¡Su madre no está aquí, así que esta vieja mujer la tiene que apoyar!”.
“¿Estás haciendo esto para que nadie te cuide cuando estés vieja? ¿O vas a depender de tu nieta que estuvo en prisión para que te provea y vaya a tu funeral?”.
Los dos viejos continuaron su discusión como si hubieran olvidado que la llamada seguía conectada. Un momento pasó antes de que su abuela se percatara que el teléfono seguía encendido y dijo, “Yiran ¿sigues ahí?”.
“Aquí estoy”, contestó Ling Yiran.
“Estoy aliviada de saber que estás bien. Tu Tío, Segundo Tío y Tercera Tía, y tus primos deben haber sido cegados por el dinero para cometer un acto tan inmoral. No tienes que retirar el caso. ¡Enciérralos por el tiempo que merezcan!” La exhortó la Abuela en una manera terca e inmediatamente colgó el teléfono.
Ling Yiran apretó el teléfono y empezó a sollozar incontrolablemente. “Había pensado que la Abuela me había llamado para pedirme que dejara ir el incidente y no investigarlo. Pensé que ella quería que le pidiera a la estación de policía que liberaran al Tío, Segundo Tío y Tercera Tía.
“¡Realmente nunca esperé que la Abuela llamara para apoyarme!
“Es como cuando era joven y Papá me dejó en casa de la Abuela y me molestaban los otros niños del pueblo. Cuando estaba lloriqueando, la Abuela me tiraba de la mano y me pedía que la llevara a buscar a los abusadores.
“La abuela decía, ‘Yiran, no llores. La Abuela está aquí. La Abuela va a apoyar a Yiran. ¡No debemos abusar de otros pero eso no quiere decir que debamos ser abusados por ellos!
Cuando Yi Jinli entró en la habitación, vio a Ling Yiran abrazando su teléfono y llorando sin parar.
Frunció el ceño con fuerza y se apresuró al lado de su cama. Le sostuvo la cara en sus manos y preguntó, “Hermana, ¿qué sucede? ¿Te sientes mal?”.
Sus ojos estaban nublados con lágrimas, mientras estudiaba al hombre frente a ella y sacudió la cabeza.
Sin embargo, su respuesta solo lo preocupó más. “Hermana, ¿qué pasó para que llores de esta forma? Dime. No importa qué es, yo puedo ayudarte a resolverlo”.
Él le secó las lágrimas con sus manos y, cuando sus dedos tocaron sus lágrimas, él podía sentir en las yemas de sus dedos su tibieza.
“Sus lágrimas son tan tibias al tacto, son de un calor abrazador”.
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